Hoy en mi carta te hablo de una parte de mi cuerpo que ya nunca vivirá en el presente, se ha quedado anclada hace 1.000 días. Te hablo también de un tatuaje que no llevo. Del por qué. Y volvemos a Valencia a repetir un recuerdo. Porque no hay una paella mejor que la de Casa Carmela, en la Malvarrosa.