Madrid está imbatible y despeinada. Pero empezamos a tener cicatrices feas. Algunas se nos van a quedar para siempre en los barrios, cuyas calles se están convirtiendo en pasillos.
May tiene el amor en las manos y el sábado pasado nos dio de cenar en familia. Compartimos albóndigas y bocadillos de longaniza, pero sobre todo compartimos la mesa.