Gracias a las tormentas y la burocracia en mi calle hemos aprendido a leer el silencio. Y los vecinos nos estamos conociendo en esta calma. Hay cambios pequeños que nos cambian el ritmo del otoño. Damos un paseo por Chamberí para que Javi nos sirva el batch más elegante de Madrid y luego nos tomamos un flat en el último café que ha abierto antes de cruzar Castellana.