Ya le he escrito poemas a los ojos, a miradas calientes, perdidas y cascarinas
Mil serenatas le he cantado al alma desde su balcón.
También le he escrito a bocas ardientes, a labios delgados, gruesos y pacientes
Refugios impredecibles, que agradezco cuando me tienen por presa y me toman por el cuello.
Pero nunca le he escrito a una nariz
Si alguna vez le escribiera a una nariz, quisiera que esta sea una gran nariz.
Una que olfateara la melancolía, que pudiera clavarse en mi cuerpo como aguja a un vinilo y, con el errante movimiento de un témpano de hielo, encuentre su lugar junto a la mía
Quiero conocer una nariz que me desconcierte, que me tenga suspendido de asombro.