Poesía al Azar

6 poemas de mi poemario: "Cuentos de cuna para dormir a la muerte"

Me supuse siempre en fragmentos
partes rotas
apartadas unas de las otras.

Por mi imaginación ensambladas
unidas por un recuerdo vago
o por simple deducción
pues, se supone, estoy unido
aunque me sienta en pedazos.

La historia de la creación está equivocada
yo era Eva
tú tenías un manzanico cuerpo
y tu serpiente me tentó.

Adán era tan solo mi consciencia
que cantó segundo
mientras, llena de sangre, saltaba a ti.

Yo sé que, de entre todo
lo que hay en el mundo,
la lluvia es lo que más te recuerda a mí.

Cuando estés inmersa en ella
mejor piensa en ti
y piensa en cada gota como un corazón
que va en caída libre
a partirse contra el suelo.

Tu voz a través de la noche y las almohadas
mantiene su eco tenue
me susurra desde cada recuerdo
me pide vivir con los ojos cerrados
para volver a ti.

Recorrí tu piel a tientas
entre caricias
entre lenguas
entre lunares fugaces y estrellados
entre puertos placenteros y equivocados.

Tu cuerpo se mide en pausadas dentelladas
tres de tu pierna al ombligo
cinco de tu pecho al cuello
quince de una nalga a la otra.

Paciente paseo es pasar por ti
buscar tu pie perdido entre las sábanas
volverme naufrago de tu pezón izquierdo
y descubrir mi cuerpo desde tus dedos.

Desde donde seas
desde donde existas
no olvides que te espero
a veces sentado, a veces despierto.

Donde estés en calma
donde me leas desatenta
recuerda que, entre mis sueños, busco un poema para ti
uno inacabado, uno indefinido.

Y hacia donde vayas
y hacia donde me lleves
ten en cuenta
que no me he ido, ni he mutado
y espero paciente por ti.

Eres irremediablemente culpable
de todo lo que está pasando.

Pues eres responsable de tu mirada
y del paciente misterio que guarda.

De tus dedos,
potencia de consuelos, caricias y calma.

Ya le he escrito poemas a los ojos, a miradas calientes, perdidas y cascarinas
Mil serenatas le he cantado al alma desde su balcón.

También le he escrito a bocas ardientes, a labios delgados, gruesos y pacientes
Refugios impredecibles, que agradezco cuando me tienen por presa y me toman por el cuello.

Pero nunca le he escrito a una nariz
Si alguna vez le escribiera a una nariz, quisiera que esta sea una gran nariz.

Una que olfateara la melancolía, que pudiera clavarse en mi cuerpo como aguja a un vinilo y, con el errante movimiento de un témpano de hielo, encuentre su lugar junto a la mía
Quiero conocer una nariz que me desconcierte, que me tenga suspendido de asombro.

Darte un beso
un beso que te mate al primer contacto
un beso que borre toda tu espera
un poco de tu angustia
y algunas dudas que todavía cargas.

Un beso que aumente tu animal carencia
un quimérico beso que guarde la redención
de lo que se perdió entre los días
de lo que se ensució entre las horas.

Un beso teórico, lleno de todo
y prácticamente vacío de fondo
y sin nada para ti.

Necesitas ese cuento
que calme tu esperanza.

Mereces la alargada promesa
de que una vez iniciado nuestro beso
iniciarán también nuestros días
y el final de estos dos
no acabará ni en diez vidas.

En tu desnudez, nocturna y fulgurante
encontraré mi estrella.

Le daré una caricia con mi índice
y la esclavizaré a un nombre.

Atraparé su esencia en mis palabras,
la libraré de tu potestad.

Así, tu infinito cuerpo estrellado
cargará, por todas las noches,
con mi lunar arrebatado.