El amor de Dios hacia nosotros es tan profundo que nos resulta difícil comprenderlo. Nos llega atravesando la oscuridad de este mundo pecador, aunque no hay manera de que lo merezcamos. La Biblia afirma que, antes de que Dios creara nuestro planeta, decidió mostrar la profundidad de su amor por nosotros por medio de la muerte de su Hijo en la cruz (1 Pedro 1:20; Apocalipsis 13:8).