Que bueno es saber que el Señor, nuestro Padre Celestial, siempre está ahí, presto para escucharnos y atendernos. Es bueno saber que, aunque le demos la espalda, tan pronto lo necesitamos y clamamos a él, Él se torna hacia nosotros y nos atiende. Pero ¿Hasta cuándo nos atenderá? ¿Hasta cuánto tiempo el Señor esperará por nosotros? ¿Acaso nos esperará todo el tiempo que nosotros queramos o tiene su límite?