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La indiferencia espiritual no es neutral. Es tibieza, es orgullo, es desconexión disfrazada de estabilidad.
Pero Dios, en su amor, todavía llama. Todavía toca la puerta. Todavía ofrece restauración.

La indiferencia espiritual no es neutral. Es tibieza, es orgullo, es desconexión disfrazada de estabilidad.
Pero Dios, en su amor, todavía llama. Todavía toca la puerta. Todavía ofrece restauración.