La vida corrupta de esos hombres que se habían instalado en la iglesia, descrita de esa manera tan maligna y perversa, sigue moviendo la pluma de Pablo para referirse a ellos en la manera cómo se introducen sutil y ocultamente en las vidas de los demás, usando el engaño para lograrlo. Como sus intenciones son de continuo al mal, parecidos a los hombres antediluvianos, se valen de sus astucias aprendidas para seducir y atraer a otros a sus falsas enseñanzas.