Galicia y la marea 'blanca' de los microplásticos

Galicia y la marea 'blanca' de los microplásticos

RFI Español
00:13:51
Link

About this episode

Las costas españolas de Galicia volvieron a sufrir una nueva marea contaminante, una marea "blanca" de micro plásticos. Toneladas de pequeñas bolitas que se cayeron de un buque. Desde diciembre, la población local lucha por erradicarlas, como puede, para reducir el desastre ecológico. Y hablando con ellos, en esa vulnerable costa gallega, estuvo nuestro corresponsal en España Ray Sánchez.

El mar suena embravecido en Corrubedo, un pueblo costero de Galicia, en el noroeste de España. Frente al puerto de Corrubedo, donde rompen las olas que llegan del océano, Rodrigo Fresco, de 43 años, tiene un bar.

“Estaba acabando la jornada laboral del mediodía, la hora de comidas”, explica Fresco, cuando llegó un cliente con un aviso urgente.

“Habían aparecido unos sacos con una cosa blanca. Entonces, la coña que hacemos aquí en zona de costa, a ver si va a ser cocaína. Y dice que no no, son unas bolas blancas y está la playa llena”, recuerda. Era el pasado 13 de diciembre.

Rodrigo fue entonces a la playa a comprobar el hallazgo. “Me cogí el coche, me vine hasta aquí, y le dije a mi mujer: me voy hasta Baileiros que esto no me pinta nada bien”, nos explica.

Cuando llegó a la playa se encontró los sacos, decenas de sacos. Enseguida comprendió que tenía que sacarlos porque “la marea se los iba a llevar y a romper”.

Rodrigo comenzó a cargar con los sacos sin saber qué tenían dentro. Alguno ya se había roto y esparcía sobre la playa cientos de bolitas minúsculas y olorosas. “Era un olor muy fuerte a gasoil, a gasolina”, recuerda.

Las autoridades no dieron importancia a la alerta de Rodrigo 

Cargándolos sobre sus hombros Rodrigo alejó del mar unos 60 sacos. “Salí de aquí de noche, recorriendo la playa, casi un kilómetro y medio de playa, sacando los sacos que había”, afirma y al tiempo avisó por teléfono a Emergencias, a Salvamento Marítimo y a la Policía.

“Yo estaba con las manos llenas de sabe Dios qué era, porque era pegajoso, era como piche, como gasóleo, y bueno, cogí el teléfono de aquella manera”, afirma. Pero nadie se tomó en serio su alerta. “No le dieron la importancia que tenían que darle en ese momento”, lamenta.

No le dieron importancia, pero lo que Rodrigo descubrió el pasado 13 de diciembre en una playa de Corrubedo era el enésimo vertido contaminante en las costas gallegas. Un litoral frente al que se han partido y hundido petroleros, aunque esta vez, el petróleo llegaba transformado en bolitas de plástico.

Algunos las llaman lágrimas de sirena. También se las conoce como granulados, rafia, granza o pellets. Y se cuentan por miles, por decenas de miles, las bolitas que el mar está devolviendo en las últimas semanas a las playas de Galicia. “El mar devuelve lo que no quiere, lo que no es suyo”, afirma a RFI.

Recuperar las bolitas, un trabajo de hormiga 

El 13 de enero, un mes después de la aparición de los primeros sacos en Corrubedo, decenas de personas voluntarias acuden a pesar del frío y de la lluvia a la playa de Boa, en la ría de Noia, a recoger las pequeñas bolitas de plástico. Tras horas de trabajo, entre todos quitarán de la arena apenas 300 gramos de pellets.

Entre esas personas hay cuatro amigas que desde hace tiempo sacan todo tipo de plásticos de las costas. Se llaman Tania, Dayana, María y Madison.

“Nos juntamos de una manera orgánica porque veíamos que había mucha basura y pues empezamos a coger una bolsa”, explica Madison, de nacionalidad estadounidense pero que vive desde hace años en la localidad marisquera de Noia, y allí conoció a María.

“Encontramos plásticos, a veces ruedas, todo tipo de cosas que te puedes imaginar. Ropa, calzado, de lo más variopinto. Hay que recogerlo y que se retire para que no esté donde no tiene que estar”, dice su amiga.

Durante las pasadas navidades, a las cuatro amigas, fundadoras la asociación Noia Limpa, les llegó el rumor de que en las playas de la zona había sacos con bolas de plástico. “Al oír eso intentamos conocer la magnitud del problema. Empezamos a preguntar y usar las redes sociales”, recuerda Dayana que decidió salir a buscar pellets y los encontró. En concreto, una montaña de pellets.

“Fui a mirar si era verdad y sí que estaba pues esa acumulación en las rocas en Furnas y fue cuando hice el primer vídeo, y mirad, estoy sacando puños, de pellets”, dice mostrando el vídeo en el que se ve a Dayana recogiendo los pellets con sus manos como si fuera granizo. Las imágenes se hicieron virales en las redes sociales de Internet.

Se empezó a dar visibilidad gracias a un vídeo que se hizo viral en las redes

“En Galicia tenemos un gran problema y no se está viendo en las teles. Hubo un derrame de pellets y es una auténtica locura. O sea, no entiendo cómo no están todas las televisiones”, lamenta.

El vídeo se propagó, según Tania, diseñadora y mariscadora, con la ayuda de 'influencers' gallegos con millones de seguidores en Tiktok e Instagram.

“Gracias a estas personas pues ha tenido más impacto y ha llegado a más gente. O sea, ¿nosotras fuimos las primeras en denuciarlo? Sí, pero gracias a esta gente ha podido coger mayor alcance”, dice Tania.

Así consiguieron romper el silencio sobre el vertido porque los medios de comunicación comenzaron a hablar de los pellets y las autoridades se vieron obligadas a reaccionar tras pasar semanas ignorando el problema.

La crisis de los pellets coincide con la precampaña de las elecciones que se celebran el 18 de febrero en Galicia, una región gobernada tradicionalmente por la derecha del Partido Popular, enfrentada con el gobierno central del socialista Pedro Sánchez.

“Algo así en una época donde dentro de nada se va a elegir un nuevo presidente o presidenta para la Xunta de Galicia pues también crea un poco más de expectativa, ¿no?” analiza Natalia mientras limpia, junto a otros voluntarios, una playa en la localidad de Pobra de Caramiñal con utensilios que trae de su propia cocina.

“Son coladores de estos de pasta, de café, o sea, se trae lo que hay por casa. Al final lo que más resulta y lo que hace la mayoría de los voluntarios es recogerlo uno a uno con la mano. Es un trabajo ingente, muy lento y muy frustrante, porque en dos horas la cantidad que puedes recoger es muy poca”, constata.

Mientras Natalia limpia, un ejército de periodistas, con cámaras de fotos y televisión, irrumpe en la playa escoltando a una mujer menuda.

Es una de las vicepresidentas del Gobierno de España, Yolanda Díaz, gallega de nacimiento y líder de la formación izquierdista Sumar, que visita la zona junto a su candidata a las elecciones regionales.

“En primer lugar quiero darle las gracias a las personas voluntarias que en Galicia están trabajando”, agradece Díaz en gallego, pero su séquito provoca una situación incómoda porque pisan la arena, hundiendo los minúsculos pellets y haciéndolos imperceptibles a la vista...

Más gente sacando fotos que voluntarios

“Ahora están pisando los pellets, entonces bueno, hay más gente política aquí que voluntarios, muy mal, ¿eh?”, se queja Natalia y uno de los voluntarios, Anxo manifiesta también su enfado.

“Todos vienen aquí a sacar unas fotos de unas personas políticas y hay 50 personas, cámaras y cuatro personas limpiando. Eso es un resumen de lo que pasa, donde estuvieron pisando no vamos a poder recoger porque ya están enterrados”, afirma.

“Una vez más la sociedad civil sale a las playas por delante de las administraciones, siempre por delante de los gobiernos, a limpiar”, dice por su parte, Manoel Santos, coordinador de la organización ecologista Greenpeace en Galicia y que acaba de participar junto a otras 300 personas en una jornada de limpieza en Corrubedo, en la misma playa donde aparecieron los primeros sacos de pellets.

“Culturalmente el mar en Galicia es lo primero, por eso esta reacción siempre de la sociedad civil cuando algo le ocurre al mar”, dice Santos.

El 8 de diciembre, el buque Toconao, con bandera de Liberia, navegaba frente a las costas del norte de Portugal, no muy lejos de Galicia. Una tempestad provocó que cayera por la borda un contenedor con un millar de sacos de pellets de plástico.

“Esto tiene una explicación. Galicia está en el noroeste de la península ibérica, mira al Atlántico, y por enfrente de Galicia pasa un corredor, que es una autopista marítima, le llaman el corredor de Fisterra, por ahí pasan unos 35-40.000 barcos al año. Un tercio de ellos con mercancías peligrosas”, nos explica Santos.

28 toneladas de bolitas esparcidas por el mar  

Cada saco portaba 25 kilos de pellets, por lo que en total cayeron al mar 28 toneladas de las bolitas que se usan como materia prima para elaborar otros productos de plástico. Esas 28 toneladas suponen la dispersión en el océano de 3.000 millones de pellets.

“Es un producto que funciona como esponjas, van absorbiendo contaminantes que hay muy disueltos en el océano y los van concentrando. Un pellet puede tener sustancias tóxicas hasta un millón de veces más concentradas que las que hay en los océanos. Son como minibombas tóxicas, esponjas, que van absorbiendo y, con el tiempo, cuánto más están en los océanos su impacto es mayor especialmente en los organismos marinos que se los acaban comiendo”, explica el ecologista.

En la universidad de Santiago de Compostela, la capital de Galicia, investigan el impacto de los microplásticos en las especies del litoral atlántico.

“Es una costa y son unos mares altamente productivos donde hay una población importante que vive de la pesca. Todo esto no es bueno para todo lo que es la fachada atlántica gallega y probablemente también la cantábrica”, explica Xosé Lois Otero, doctor en Ciencias Biológicas.

“Tenemos microplásticos en el cuerpo quizás en todos los órganos y la cuestión es evaluar con el tiempo hasta qué punto esto puede repercutir en nuestra salud. Que no es tanto el plástico el problema, sino que los plásticos llevan unos aditivos, pueden llevar metales pesados, plomo, mercurio y otros componentes como los bisfenoles que son disruptores endocrinos” agrega el experto.

El profesor Xosé Luis Otero reconoce que, de momento, no hay certezas sobre los efectos a largo plazo del reciente vertido de pellets. “Con el tamaño que tienen actualmente van a tener poco efecto sobre la fauna, sobre la salud. Pero con el tiempo se transforman en microplásticos y es ahí cuando sí se acumulan en la carne, en los tejidos de los peces y de los crustáceos. Y es ahí cuando pueden pasar a la cadena trófica y alimenticia”, alerta.

En la lonja de Noia nos recibe Santiago Cruz, de 62 años, patrón mayor de una de las cofradías de pescadores más grandes de Galicia. “Yo llevo ya 47 años mariscando y 22 de patrón, muchos años. Ya nos inculcaban así. Mis abuelos, mis padres, mis tatarabuelos fueron marineros”, explica.

De los bancos marisqueros de Noia sale el 70% del berberecho que se produce en toda España, un molusco del que viven directamente 1.700 familias en la localidad.

'Es como si bebiéramos un vaso de agua contaminada todos los días'

Este último año fue nefasto porque el frágil equilibrio medioambiental que requiere el berberecho está alterado por lluvias a destiempo, el cambio de temperatura del mar y todo tipo de vertidos, como los de una cercana explotación minera que contaminan la ría.

“A la larga daña. Es como si nosotros bebiéramos un vaso de agua contaminada todos los días. No te vas a morir ahora pero dentro de diez años igual te vienen varias enfermedades si bebes todos los días agua contaminada. Eso es lo que le pasa al molusco, al pescado, a lo que sea”, deplora.

En este contexto, los pellets son un vertido más de los que comprometen el futuro de la ría. “Yo ya dije que, si no se cambia de rumbo, como decimos los marineros, la política medioambiental, en diez o veinte años las rías van a estar muy dañadas y no se va a poder consumir marisco, se muere o cualquier cosa”, advierte.

Por eso, el patrón mayor de los pescadores y mariscadores de Noia es tajante con los plásticos. En su opinión, hay que prohibirlos. “Es lo mejor porque si no siempre habrá plásticos o microplásticos. Siempre los habrá. Si los eliminas, ya está”, afirma.

Terminamos donde empezamos, en la playa de Corrubedo. Está anocheciendo. Rodrigo Fresco levanta el brazo señalando hacia donde el sol se empieza a esconder porque ha visto delfines.

“Fíjate al fondo los animales que hay, lo vas a ver salir ahora. Mira, allí los ves. Delfines. Esos animales comen todo lo que hay en el mar. Esos animales seguramente se alimenten de plásticos, los cojan, los filtren a lo mejor al meterse en el agua y los filtren. Esos animales van a sufrir mucho. Delfines, ballenas, todos esos animales que hay que viven en el mar van a acabar ingiriendo esa porquería”, se lamenta.