En Corea del Sur, 175 países están reunidos y durante una semana para negociar un tratado vinculante contra la contaminación plástica. El plástico contamina ríos, mares, peces y hasta nuestra propia salud y las cantidades de residuos no hacen sino aumentar.
Este lunes arrancó en Busán, Corea del Sur la quinta última ronda de negociación bajo la égida de Naciones Unidas para atender una de las grandes crisis medioambientales globales: la contaminación por plásticos.
En 2020, el mundo produjo 460 millones de toneladas de residuos plásticos y el 90% de esta cantidad astronómica no se recicla. Y lo que no se recicla acaba en incineradoras, basureros y en el medioambiente. Cada minuto, una cantidad equivalente a un camión de basura lleno de plástico acaba en los océanos afectando a peces, mamíferos y aves. Y si no se hace nada, la cantidad de residuos plásticos en 2040 llegará a 610 millones de toneladas, según proyecciones de la OCDE.
El plástico representa además un 3% de las emisiones globales de CO2. Y es una amenaza para nuestra salud: los científicos han encontrado microplásticos, esas partículas ínfimas, en placentas y testículos.
Las maniobras de los petroestados
¿Qué se puede hacer para reducir la asombrosa cantidad de envases de productos de supermercado, principal fuente de residuos plásticos que contaminan los mares?
Este quinto ciclo de negociaciones inicia con un documento de 73 páginas con cerca de 3000 corchetes que reflejan las posiciones de los unos y los otros, señal de que aún no hay consenso sobre las medidas a tomar. A lo largo de los ciclos pasados de negociaciones, han surgido dos grandes coaliciones de naciones.
Por un lado, existe una coalición llamada de "alta ambición", integrada por más de 60 naciones europeas, asiáticas y latinoamericanas pide que se ponga un tope la producción global de plástico. Si no se hace nada, la contaminación por plásticos aumentará un 70% según proyecciones. Perú y Ruanda proponen por ejemplo un pacto 40x40 es decir reducir un 40% la producción en 2040, en relación con los niveles de 2025.
Estados Unidos se sumó, en julio de 2024, a esta coalición que defiende un tratado ambicioso, aunque la inminente llegada de Donald Trump a la Casa Blanca ensombrece esta buena voluntad.
En cambio bloque de estados que producen petróleo, Arabia Saudita, Catar, Rusia, Irán se opone categóricamente a la instauración de un límite a la producción de productos plásticos.
“Son países que están trabando las negociaciones, ya sea por vía procedimental o por vía de sustancia, oponiéndose a cualquier medida que restrinja el comercio de plásticos, que son el plan B de las energías fósiles, sabiendo que el mercado está yendo en una dirección de energías alternativas más sostenibles”, observa el abogado ambientalista Andrés Del Castillo, quien sigue las negociaciones sobre el tratado contra la contaminación plástica para la organización CIEL.
Recordemos que el plástico es un derivado del petróleo, y esos estados ven esta industria como una manera de mantener sus ingresos. En las negociaciones, estos estados insisten en la retórica del reciclaje del plástico.
Pero para ello, habrá que reducir entonces el uso de miles de aditivos, que obstaculizan el reciclaje. “Varios estudios afirman que la regulación actual a nivel global no es suficiente porque cubre menos de 1% de los de los químicos que se encuentran presente en los plásticos: alrededor de 16,000 químicos, de los cuales más de 4000 son de químicos de alta preocupación”, recuerda Andrés del Castillo, entrevistado por RFI.
La regulación del uso de sustancias toxicas del plástico como el bisfenol A, la instauración de impuestos al plástico, la reducción de los subsidios a la industria del plástico son otros temas espinosos que se abordarán en esta cumbre.
Las negociaciones para un tratado internacional contra los residuos plásticos tendrán lugar hasta el primero de diciembre en Busan, Corea del Sur.
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