La cumbre climática Cop29 inició este lunes en Azerbaiyán con delegados de más de 190 países reunidos en un contexto de urgencia climática: 2024 será probablemente el primer año en que se supere el umbral de 1,5° C de calentamiento global y las emisiones de gases de efecto invernadero siguen batiendo récords. La ayuda financiera para la transición energética será el tema prioritario.
La gran cita internacional sobre la lucha contra el cambio climático de la ONU abrió sus puertas este año en Azerbaiyán, ex república soviética ubicada entre Europa y Asia y gran productor de gas y petróleo gobernado con puño de hierro por Ilham Aliev, que reprime brutalmente todas las voces disidentes.
La Cop29 sobre el clima ocurre a casi 10 años del Acuerdo de París en el que se plasmó el objetivo de limitar a +1,5ºC el aumento de la temperatura global a finales del siglo comparado con la era preindustrial, una meta que sin embargo será superada este año, según datos del programa satelital europeo Copernicus.
En este contexto de urgencia climática en el que se multiplican los eventos climáticos extremos como en España, ¿sigue siendo válida esta meta o deberíamos prepararnos para un aumento mayor de las temperaturas medias? La respuesta es afirmativa, según Marta Torres Gunfaus, directora de asuntos climáticos Instituto para el Desarrollo Sostenible y las Relaciones Internacionales (IDDRI), centro de análisis basado en París.
“Es necesario todavía mantenerse en la estrategia de negociar, acordar resolver decisiones que sean coherentes con ese objetivo del 1,5°C de aumento de las temperaturas medias a nivel mundial. La principal razón de mantenerse con esta estrategia es porque cada décima de grado que superamos tiene unas implicaciones enormes tanto en ecosistemas naturales como para las sociedades humanas”, explicó la especialista, entrevistada por RFI.
En vísperas de esta Cop29, Yalchin Rafiev, canciller azerí y jefe negociador indicó los tres objetivos principales de su país: lanzar una iniciativa para una tregua de un mes en todo el mundo, acordar una nueva meta de financiamiento de la lucha contra el cambio climático y fijar los últimos detalles del artículo 6 del Acuerdo de París sobre los mercados de carbono.
Prioridad número 1: los nuevos objetivos financieros
Financiar la lucha climática será el tema número uno sobre la mesa de negociaciones. Se trata de renegociar los nuevos objetivos colectivos cuantificados, NCQG en lenguaje diplomático, es decir las contribuciones de las naciones industrializadas para financiar la transición energética en los países en desarrollo, la adaptación de esos países frente al cambio climático, y el financiamiento de los daños que no se pudieron evitar.
Hasta ahora, los países industrializados movilizaron 100 mil millones de dólares anuales entre 2020 y 2025, pero esta promesa llegó con dos años de retraso, lo que tensó la confianza entre países del Norte y del Sur global.
¿Cuánto debería ser el monto de esta ayuda para 2025-2030? Las ONG ambientalistas consideran que ya no serán suficientes los cientos de miles de millones, sino millones de millones de dólares de ayuda pública, inversiones y préstamos.
“Hay que saber que en 2009 el objetivo de los cien mil millones fue un objetivo totalmente salido de la nada que no reflejaba ni necesidades ni la realidad de los impactos del cambio. El Climate Action Network, [ndr: Red de Acción por el Clima, principal coalición de ONG ambientales], muchos actores de la sociedad civil, pero también agencias de Naciones Unidas, muestran que las necesidades están más bien en los millones de millones de dólares. CAN está diciendo 5 de millones de dólares anuales de movilización de dinero”, subrayó Anabella Rosemberg, asesora en políticas climática para Climate Action Network.
“Pero más allá de la cifra, es muy importante para nosotros un reconocimiento sobre el tipo de dinero del que estamos hablando. Porque hay una voluntad por parte de los países desarrollados de plantear esto como un objetivo de inversión. Para nosotros, lo que es clave es que el monto identificado sea un monto de dinero público accesible a los países en desarrollo y que no implique una dimensión de deuda. Hoy en día mucho del financiamiento climático se hace en forma de préstamo”, lamentó Anabella Rosemberg, en entrevista con RFI en vísperas de la COP.
Finalizar los mecanismos de mercado de carbono
El otro gran tema de negociación, según el país anfitrión de la Cop, Azerbaiyán, es el artículo 6 del Acuerdo de París que regula el mercado del carbono y que no aún no ha sido finalizado. Dicho mecanismo permite a los países o las empresas muy contaminantes intercambiar sus emisiones de CO2 contra proyectos verdes en los países del Sur global. Se espera que los delegados de la Cop29 pongan orden en ese mercado para evitar el "greenwashing".
Y a más tardar en febrero de 2025, los estados firmantes del Acuerdo de París se han comprometido en presentar nuevos objetivos para reducir sus emisiones de gases de efectos, en sintonía con el objetivo de limitar a 1,5°C el calentamiento global. Para alcanzar dicha meta, es necesario reducir en un 43% las emisiones de gases de efecto invernadero en 2030, con relación a 2019. Un esfuerzo colosal que los países están lejos de cumplir: según la ONU, el mundo rompió un récord de emisiones en 2024, y las trayectorias actuales solo llevarían a reducirlas en un 2,6% en 2030.
Del lado europeo, negociadores franceses dijeron a RFI que esperan avanzar en dos aspectos durante esta Cop29: buscar nuevas fuentes de financiamiento a través de la creación de nuevos impuestos globales al transporte marítimo o aéreo por ejemplo para financiar la lucha contra el cambio climático. Y segundo, los negociadores europeos quieren actualizar la lista de las naciones industrializadas que tienen que contribuir a nivel financiero.
Y es que actualmente, sólo las naciones industrializadas, como las europeas y Estados Unidos, debido a su responsabilidad histórica en las emisiones de CO2, tienen la obligación de aportar fondos a la mitigación del cambio climático y la adaptación, a los países pobres. China en cambio, no era considerada una nación industrializada cuando se negoció el marco de las contribuciones en 1992. Se avecinan debates álgidos sobre la base de contribuciones, anticipa Marta Torres Gunfaus, especialista en negociaciones climáticas.
Europa quiere que China también pague su parte
“Una de las discusiones importantes es que contribuyan no solamente países industrializados sino todos aquellos que puedan aportar como Corea del Sur, Catar o Singapur, que ya habían dicho que querrían colaborar con en ese objetivo. Y el tema importante es si vamos a añadir, por ejemplo, China en los posibles contribuidores”, detalla Torres Gunfaus.
“Lo que es interesante es que hoy China ya es de los grandes contribuidores en la lucha contra el cambio climático y con muchas no inversiones Sur-Sur. El tema es si se formaliza esas contribuciones, porque si se formaliza que también forma parte de este grupo de países más ricos que lideran esa contribución financiera, eso traería pues otras obligaciones que China no quiere necesariamente asumir, prefiere contribuir de manera voluntaria que de manera obligatoria”, concluye la experta en negociaciones climáticas.
Varios países recientemente industrializados oponen un ‘no’ rotundo al pedido de Europa y Estados Unidos. Consideran que no quieren renegociar la distinción entre países desarrollados y los que están en desarrollo, plasmado en el Acuerdo de París. “No nos vamos a substituir a los países desarrollados que tienen obligaciones de contribuir, según el Acuerdo de Paris. Además, hay que acordarse de que países como China, Brasil, India o Indonesia, invertimos muchísimo internamente. En Brasil, cubrimos nosotros mismos el 80% del costo de la lucha contra la deforestación”, subrayó André Correa do Lago, diplomático brasileño y jefe negociador de la delegación de Brasil en la Cop29, en entrevista con Lucía Muzell de RFI.
En esta Cop29 también planeará la sombra de Donald Trump. Aunque será la administración Biden quien representará a aún a Estados Unidos en las negociaciones, la victoria de Donald Trump, un climatoescéptico notorio que prometió impulsar la extracción petrolera, augura un debilitamiento del liderazgo estadounidense en las negociaciones climáticas en las siguientes cumbres climáticas.