El Salvador es nuestro “buen pastor” (Doctrina y Convenios 50:44). Él sabe que a veces las ovejas andan errantes y que el desierto tiene muchos peligros, por lo que, con amor, nos guía a la seguridad de Su doctrina. Él nos aleja de peligros tales como “espíritus que son falsos, los cuales se han esparcido por la tierra, engañando al mundo” (Doctrina y Convenios 50:2). Seguirlo a Él a menudo significa dejar de lado ideas o tradiciones incorrectas. Así fue para Leman Copley y para otras personas en Ohio. Ellos habían aceptado el Evangelio restaurado, pero aún se aferraban a algunas creencias que simplemente no eran correctas. En Doctrina y Convenios 49, el Señor declaró verdades que corrigieron las creencias anteriores de Leman sobre temas como el matrimonio y la segunda venida del Salvador; y cuando los conversos de Ohio “recibi[eron] espíritus que no pudi[eron] comprender”, el Señor les enseñó cómo discernir las verdaderas manifestaciones del Espíritu (Doctrina y Convenios 50:15). El Buen Pastor es paciente con nosotros, Sus “niños pequeños” que deben “crecer en gracia y en el conocimiento de la verdad” (Doctrina y Convenios 50:40).