Dios habla a los hombres, mucho y de muchas maneras. A veces queremos oir su voz como escuchamos a los hombres, pero Dios nos habla al corazón. Nos habla a través de nuestras potencias: inspiraciones, afectos y propósitos. Nos habla a través de la Sagrada Escritura. Es necesario familiarizarnos con el lenguaje poderoso de Dios, para ello es necesario el silencio.