En el año 2010, treinta y tres mineros quedaron atrapados a más de 600 metros bajo tierra en la mina San José, en Chile. Por 69 días, vivieron sin saber si saldrían con vida. Sin embargo, durante ese tiempo, oraban, cantaban himnos y leían la Biblia que les enviaron por un tubo de rescate. Cuando finalmente emergieron, uno de ellos exclamó: “Estuvimos con Dios y con el diablo... y Dios ganó”.
De la misma manera, hay temporadas en la vida en las que sentimos que estamos sepultados por el dolor, la soledad o la desesperanza. Pero el Señor Jesús no se quedó en la tumba; resucitó para recordarnos que en Él, la última palabra nunca la tiene la oscuridad.
Por lo tanto, si te sientes enterrado por las circunstancias, levanta la mirada. Dios no ha terminado contigo. Su poder puede levantarte del abismo más profundo. Confía. Clama. Espera. Él está obrando, incluso cuando todo parece perdido. La Biblia dice en Juan 11:25: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (RV1960).