Los deshechos de la revolución industrial, así como los aparatos electrodomésticos, son utilizados incluso por músicos tradicionales en pro de un objetivo común: componer canciones o piezas instrumentales con lo que se tenga al alcance.
Lavaderos, televisores obsoletos, tubos de plástico, licuadoras, guitarras de hojalata… todos son objetos cuyos sonidos sirven para crear música.