Hay una crápula periodística y de opinadores por paga cuya tarea es enfrentar la decencia humana e insistir en convencer a este pueblo que el robo de lo público, la venta de conciencia o el habla o el silencio por paga es generalizado.
O lo que es lo mismo todos somos ladrones o todos somos bocinas.
Mi compadre Marino comentaba ayer cómo debíamos vivir cada día enfrentando la ignominia de gente a quien no le importa lo que pasa en esta sociedad o si la educación y la salud mejora o empeora, porque cobran y mucho por llenar las ondas de mentiras o medias verdades que confunden al más vivo.
Su blanco principal no son los políticos de gobierno o administradores de la cosa pública por su militancia. No, su blanco es cualquiera que alguna vez en su vida haya defendido el bienestar de la mayoría sin tener un partido.
Por eso no perdonan a Miriam Germán a quien han montado y desmontado de una embajada en Argentina, por eso le entrado como la conga a la posibilidad de que la doctora Emma Polanco vaya a la Cámara de Cuentas y por eso ayer se ensañaron ante la renuncia de Pavel Isa Contreras de su condición de ministro.
Es una lucha feroz contra la decencia en cualesquiera de sus formas.
El periodismo que yo estudié tiene que ser crítico porque solo la crítica genera cambios y mejoría de lo público.
A la jauría mediática no le importa lo público más allá de lo que le queda en los bolsillos, por eso se inventaron los super ministros en función del tamaño de la canasta, de los contratos de publicidad, de los programas especiales o de los contratos de obras públicas para empresas fantasmas.
Hace cinco años le decía a una embajadora recién llegada que esperaba algún cambio en los medios de comunicación en función de la nueva administración y de la costosa inversión en publicidad de los gobiernos peledeístas, pero no pasó. La administración Abinader ha seguido engordando la jauría con la vana esperanza individual de ministros que tienen aspiraciones presidenciales o simplemente aspiraciones.
Los renunciantes, Pavel Isa, Rosa Cañete, Jeffrey Lizardo y Dilia Leticia Jorge renuncian de ministerios que no existirán.
Trabajaban en unidades técnicas en los ministerios que menos presupuesto consumen. La renuncia debía ser una formalidad y no lo fue porque simplemente la decencia se ha convertido en una afrenta imperdonable en la marisma hedionda de opinadores por paga.
En lo personal estoy curada de espanto y como dije el otro día, cada vez que la jauría mediática me entra pienso en los abrazos que recibo de la gente común de carne y hueso.
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