La semana pasada la ministra de lo interior, Faride Raful, fue batida y debatida a propósito del cierre de una barbería. La acción ejecutada por la policía parecería insignificante en un país en el que cada día se comete un atropello policial contra cualquier ciudadano pero ese trascendió por la declaración del jefe de la policía que dijo que una barbería no podía abrir hasta la medianoche.
Apareció quien dijera que el horario definido por el jefe policial atenta contra cualquier negocio con derecho a establecer sus horarios y fue subsanado por la ministra que posteriormente aclaró que el cierre fue por la venta de bebidas alcohólicas y como en el gobierno todo es relaciones públicas terminó con una foto de la ministra y el barbero.
Una semana antes la misma ministra tuvo un diferendo matemático entre los números que ofrecía y los que daba la dirección de migración sobre las deportaciones de migrantes haitianos, lo cual fue más o menos subsanado con la aclaración de que Migración incluye números generales y no exclusivamente los de haitianos.
Ayer no se había secado la tinta con la declaración del ministro de trabajo en el sentido de que el gobierno trabajaba en un Plan de regulación de migrantes cuando el vocero de la presidencia emitía un tuit desmintiendolo y aclarando que la única política que existe son las 15 medidas anunciadas por el presidente Abinader.
Es obvio que ya se olvidó el Pacto Nacional ante la Crisis de Haití firmado hace dos años en el Palacio Nacional y que en líneas generales decía casi lo mismo que dice la ley nacional de migración.
Tan solo ayer les resumía la declaración del ex presidente Leonel Fernández a propósito de la invitación cursada por el presidente Abinader para una cumbre el 14 de mayo en el Palacio Nacional: Leonel Fernández dijo que iría pero que no sería vagón de cola. Parece que lo pensó mejor y posteriormente sugirió que la discusión se hiciera en el seno del Consejo Económico y Social para que fuera incluyente de todos los sectores de la vida nacional.
El CES no ha sacado una gata a mear en los casi cinco años de gobierno de ABINADER y Leonel lo sabe. Los proyectos de reforma que se discutieron ahí quedaron en el limbo y al final Abinader reformó lo que podía para fines de relaciones públicas.
Por suerte Danilo no ha dicho nada y se ha evitado el desdecirse. Su partido planteó una posición por boca del secretario general a final de la semana pasada.