Alberto Fiallo, el abogado que presentó el recurso de inconstitucionalidad contra la Ley de régimen electoral que ha resultado con una sentencia que permite las candidaturas independientes, dijo ayer que los jóvenes dominicanos prefieren a los influencers respecto a los políticos tradicionales.
Una no sabe de dónde él sacó el dato o si es una simple impresión a partir de la popularidad de algunos personajes en la vida dominicana.
Hasta ahora el dominicano ha sido renuente a traducir la popularidad de una persona en la vida pública, ya por una cosa ya por la otra, en votos. Obviamente en la época en que figuras como Yaqui Nuñez o Fernando Villalona optaron por candidaturas y perdieron no habían redes sociales.
Los Johnny Ventura y Héctor Acosta que en distintos momentos ganaron procesos han desarrollado una vida partidaria.
Es evidente que hay una desconexión entre el sistema de partidos y la población votante. La tasa de abstención está ahí para documentarlo, pero de ahí a pensar que serán los influencers quienes ocupan el espacio es otra cosa.
La referencia obligada es la influencer que teniendo 2.5 millones de seguidores no pudo vender 36 camisetas. La gente puede admirar tu maquillaje o celebrar tus palabrotas pero eso no significa que vaya a votar por ti.
El año pasado un influencer con medio millón de seguidores convocó una marcha y fueron 12 personas y eso fue aquí en RD.
Quienes no somos politólogos, sino simples observadores de la realidad entendemos que la falta de discurso con contenido político es el drama de la renovación del liderazgo en los partidos dominicanos.
A lo mejor alguien vota por Carolina y Omar porque bailan más o menos bien o se inclinan por David al descubrir que es humano y sabe decir malas palabras, pero la verdad es que la gente todavía espera propuestas y ninguno se atreve a formularlas.
Es verdad que las redes sociales ayudaron a Trump y han sido el soporte de Bukele, pero ambos se montan en un discurso que es apoyado por una parte de la población.
La querida Inés Aizpún dice hoy que los partidos están viejos, yo diría que viejos y desconectados, pero eso no significa que quienes están conectados muevan a la población.