Tratamos de barrer los escombros acumulados como resultado de nuestro empeño en vivir obstinados y manejarlo todo a nuestro capricho.
Si aún no tenemos la voluntad de hacerlo, la pedimos hasta que nos llegue. Recordemos que al principio estuvimos de acuerdo en que haríamos
todo lo que fuese necesario para sobreponernos al alcohol.
ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS, p. 76
Hacer una lista de las personas a quienes había perjudicado no fue una cosa difícil de hacer. Ya habían aparecido en mi inventario del Cuarto Paso:
gente contra quienes yo tenía resentimientos, reales o imaginarios, y a quienes yo había herido con actos vengativos. Para que mi recuperación fuera
completa, yo no creía que fuera importante que aquellos que me habían ofendido legítimamente tuvieran que hacerme reparaciones. Lo que es importante
en mi relación con Dios es que me ponga frente a Él sabiendo que yo he hecho todo lo posible para reparar los daños que he causado.
Del libro Reflexiones diarias
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en mi experiencia personal, en mi sentir y mi pensar, no ha sido facil.
Mira, sé que le he hecho daño a gente a lo largo de los años. He sido egoísta, testarudo y he actuado mal muchas veces. Ahora que estoy tratando de dejar
la bebida, tengo que enfrentar las consecuencias de mis acciones.
No se trata tanto de que los demás me perdonen o me devuelvan el daño. Se trata de que yo haga mi parte para reparar el daño que cause, en la medida de lo
posible. Debo disculparme sinceramente con aquellos a quienes lastimé. Si les debo dinero u otra compensación, debo pagarles.
Así podré mirarme en el espejo y saber que, aunque cometí errores en el pasado, estoy haciendo lo correcto ahora.
No esperes que el resentimiento se esfume mágicamente. Lleva tiempo sanar relaciones dañadas. Ten paciencia y sé persistente en tus esfuerzos por reparar el daño.
Reflexiona honestamente sobre tu papel en el conflicto. Trata de entender por qué la otra persona se siente herida o enojada contigo.
No justifiques tu comportamiento, enfócate en comprender el punto de vista de ellos.
Ofrece una disculpa sincera, sin excusas. Reconoce específicamente cómo los lastimaste o les fallaste. No agregues un "pero..."
a la disculpa. Asume completa responsabilidad.
Pregunta cómo puedes reparar el daño. Está bien preguntar "¿Qué puedo hacer para enmendar esto?" Muéstrate genuinamente dispuesto a hacer lo
necesario para reparar la relación.
Sé paciente. El perdón lleva tiempo. No fuerces una reconciliación, más bien demuestra consistentemente tu arrepentimiento y deseo de enmendar las cosas.
Acepta que no puedes obligar a nadie a perdonarte. Lo único que puedes controlar son tus propias acciones para reparar el daño en la medida de lo posible.
¿Me explico? Sé humilde, asume responsabilidad y enfócate en acciones reparadoras, no solo palabras.
Con tiempo y esfuerzo, eso puede ayudar a sanar relaciones dañadas.
Toda mi vida he tenido la mala costumbre de enmascarar mis problemas y evadir el dolor en lugar de enfrentarlos. Creo que comencé a hacerlo desde joven
para protegerme. Siempre fui muy sensible, y cuando surgían problemas, me refugiaba en la negación y la fantasía en lugar de lidiar con ellos directamente.
Con el tiempo, esto se convirtió en un patrón. Cada vez que había un conflicto en una relación, un problema en el trabajo o una situación estresante,
encontraba la manera de racionalizarlo o simplemente fingir que no existía. Me volví experto en el autoengaño. Podía convencerme de que en realidad no
había ningún problema, de que estaba exagerando o de que simplemente desaparecería por sí solo.
Claro, los problemas nunca desaparecían por arte de magia. Pero me había vuelto tan bueno mintiéndome a mí mismo que realmente creía mis propias mentiras.
Esto me permitía evadir el dolor y la incomodidad de enfrentar los problemas directamente. A corto plazo, se sentía mejor pretender que todo estaba bien.
Pero a la larga, los problemas solo empeoraban.
He hecho esto en relaciones románticas, permitiendo que los problemas se acumularan sin resolverlos, fingiendo que no eran gran cosa.
También lo he hecho en el trabajo, convenciéndome de que mi mediocre desempeño no era un problema en lugar de mejorar mis habilidades.
Y lo he hecho con mi salud, ignorando síntomas y señales de advertencia. El autoengaño se convirtió en mi mecanismo para evitar el dolor a toda costa.
Pero recientemente me he dado cuenta de lo destructivo que ha sido este patrón en mi vida. He dejado que los problemas crezcan hasta convertirse en crisis,
solo porque me rehusaba a enfrentarlos. Me he saboteado y he dañado relaciones al fingir que los defectos y problemas no existían.
Ya no quiero vivir de esta manera.
Aunque aún siento el impulso de caer en los viejos patrones del autoengaño, estoy trabajando duro para romper este ciclo. Quiero aprender a enfrentar
los problemas de manera proactiva, incluso si eso significa lidiar con incomodidad o dolor en el corto plazo.
Porque sé que esto me llevará a una vida más genuina, conectada y en paz conmigo mismo. No será fácil cambiar
después de toda una vida de evasión, pero estoy comprometido a intentarlo. Merezco algo mejor que vivir en una fantasía creada por el autoengaño.
Sé que tengo el mal hábito de justificar y minimizar los problemas que provoca mi carácter defectuoso. Me he dado cuenta de que, en el fondo,
sigo dependiendo de estos defectos, incluso cuando sé que son dañinos y destructivos para mí.
Por ejemplo, tiendo a posponer y dejar todo para último minuto. Esto me ha traído muchos problemas en el trabajo y la universidad,
al no cumplir plazos importantes. Pero en lugar de esforzarme por mejorar, frecuentemente encuentro excusas y justificaciones por mi retardo.
Me digo a mí mismo cosas como "trabajo mejor bajo presión" o "siempre puedo pedir una extensión". Minimizo el daño que me provoca postergar las cosas.
También tengo mal genio y me enojo fácilmente con los demás. Pero en lugar de trabajar en mejorar mi paciencia, me convenzo de que los otros son los
problemáticos. Me digo "ella me provocó primero" o "él es demasiado sensible". Así es como justifico mi temperamento.
La realidad es que dependo de estos defectos porque de cierta manera me protegen. La procrastinación me protege del miedo al fracaso, y el enojo me protege
de sentirme vulnerable. Pero al mismo tiempo, estos defectos me limitan y me sabotean.
Sé que necesito dejar de justificarme y empezar a responsabilizarme. Necesito dejar de minimizar los daños y comenzar a trabajar activamente para mejorar.
No será fácil romper estos patrones cuando se han vuelto tan familiares y "cómodos". Pero si quiero crecer, debo soltar estos defectos, incluso cuando una
parte de mí aún se aferra a ellos.
Estoy listo para enfrentar la incomodidad que conlleva el cambio. Ya no quiero que mis defectos dicten mis acciones y limiten mi potencial.
Sé que puedo lograrlo si me mantengo comprometido con mi crecimiento personal, paso a paso. Dejaré de justificar y minimizar, y me enfocaré
en asumir responsabilidad y convertirme en la mejor versión de mí mismo.
Desde que comencé en el programa de recuperación, mi vida ha mejorado en muchos sentidos. He podido dejar atrás varios hábitos y comportamientos dañinos
gracias a los pasos, la comunidad y las herramientas que el programa provee. Sin embargo, aunque valoro enormemente los aspectos positivos,
también quiero ser honesto acerca de los desafíos y dificultades que aún enfrento.
A menudo en las reuniones solo compartimos los logros y avances. Nos llenamos de esperanza al escuchar cómo el programa ha transformado las vidas de otros.
Pero creo que también es importante hablar de los obstáculos, recaídas y luchas que muchos aún encaramos. Esto crea un espacio seguro para expresar
vulnerabilidad y pedir apoyo. Nadie se recupera a la perfección, todo el tiempo.
En lo personal, aunque llevo X tiempo en el programa, todavía batallo con tentaciones y patrones destructivos. He tenido ricas en las que caigo en
viejos hábitos, aunque luego me recompongo. Los fantasmas del pasado aún vuelven para atormentarme. Tengo días en los que las herramientas que aprendí
parecen no funcionar. Me frustro conmigo mismo por no poder "soltar" completamente ciertos defectos de carácter que facilitaban mi adicción.
También me ha costado trazar límites saludables con algunas amistades que aún viven un estilo de vida autodestructivo. Extraño aspectos de mi antigua vida,
aunque sé que no eran buenos para mí. En ocasiones, siento que estoy progresando muy lentamente, o doy un paso adelante y dos para atrás. Los altibajos
emocionales han sido una lucha constante.
Pero a la vez, sé que el solo hecho de estar aquí es un milagro. Antes ni siquiera podía concebir una vida sin alcohol u otras adicciones.
El programa me salvó la vida, y le estoy profundamente agradecido. Pero no quiero fingir que es un proceso lineal y fácil.
Para mí, ha sido una montaña rusa con muchas curvas peligrosas. Pero sigo volviendo, un día a la vez.
Así que, aunque celebro mis avances y victorias, también quiero ser realista sobre lo que aún me falta por trabajar.
La recuperación es un proceso para toda la vida, con altas y bajas. Hoy elijo quedarme, aunque el camino sea accidentado.
Porque este programa me ha devuelto dones que superan con creces los desafíos. Quiero ser de ayuda compartiendo esto,
para quienes se encuentren en una etapa difícil y crean estar solos. Juntos podemos hacer que valga la pena.
Gracias por escucharme, les reitero que esto no es el sentir ni el pensar de Alcoholicos Anonimos, esto es mi punto de vista.
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