
1) Perteneciente: Tu cultura y tu tierra, así como también tu familia, hablan de tu identidad. Por tanto, aprende a aceptar tu identidad y deja de renegar de la familia o del lugar que vienes. Es necesario saber que en tu vida lo que viviste y la familia de la cual venís, hablan de tu modo de ser y de ver las cosas. Hay cosas que fui aprendiendo con el tiempo, a cambiar de visión. Yo vengo de una familia que no era católica al 100%, donde no estaba metida la cultura de ir a misa o de rezar y mucho menos de un razonar cristiano. Pero, con el tiempo, fui discerniendo y aprendiendo en el día a día a ver qué sí y qué no tomar. Por eso es importante también ver qué cosas tomar y qué cosas necesariamente soltar de lo que viviste, de tu familia.
2) No temas: La valentía no significa ausencia de miedo, sino la capacidad de enfrentar el miedo por lo que uno ama y quiere salvar. Por eso, una persona que ama es capaz de jugarse a pesar del miedo, porque su convicción por lo que ama y quiere la lleva a jugarse, a pesar del miedo. Hoy aprende a ser valiente y no dejes que el miedo te paralice y te lleve a no tomar decisiones por tu vida y por tus ganas de vivir.
3) Para Dios: Recordá que para Dios no hay nada imposible y que siempre tenés que ver la vida sabiendo que Dios todo lo acomoda a su debido tiempo, porque el tiempo es sabio y la sabiduría viene con el tiempo. Cuando uno aprende a reconocer las cosas con el tiempo, la experiencia alimenta el intelecto y el aprendizaje de cada experiencia alimenta la sabiduría. Algo bueno está por venir.