Reflejando a Dios

Dios desea nuestra compañía. Quiere que le conozcamos íntimamente y que disfrutemos del profundo vínculo de comunión que esa clase de comunión conlleva.

l Espíritu de Dios es verdaderamente un don que pueden recibir todos los que postren humildemente sus corazones para acoger el amor de Dios por medio de Jesucristo.

Me pregunto si hay momentos en los que somos llamados a compartir a Cristo resucitado y el amor de Dios que hemos llegado a conocer, pero tenemos miedo.

Lo que antes no podíamos hacer, descubrimos que somos capaces de hacerlo, no por nuestro esfuerzo, sino por la obra de Dios en nosotros.

¿Estoy viviendo la realidad y la plenitud de la gracia de Dios en mi vida? ¿Me importa lo que los demás piensen de mí, o estoy comprometido únicamente con Cristo y con darlo a conocer al mundo?

Pedir a Dios que conozca nuestro corazón es una oración liberadora, porque si lo hacemos de verdad, le estamos pidiendo que nos muestre lo que hay en nosotros que confesarle y entregarle.

Nuestras palabras pueden convertirse en un reflejo del Espíritu de Dios dentro de nosotros, reflejando Su gracia...

Lo que hablamos se convierte en un poderoso reflejo de Dios que actúa en nosotros...

1 Timoteo 5:21: Te insto delante de Dios… a que sigas estas instrucciones sin dejarte llevar por prejuicios ni favoritismos.

Cuando se trata de adorar, a Dios no le importa si la música es contemporánea o tradicional, si las oraciones son escritas o espontáneas, o si la traducción de las Escrituras es de hace 400 años o de hace 40.