La Biblia compara a la Palabra de Dios con la luz de la Verdad; y quienes poseen esa luz tienen el privilegio de alumbrar el camino. Así como los viajeros utilizaban una antorcha para no perderse y para poder distinguir lo que hallaban a su paso, así los fieles seguidores de Cristo a lo largo de la historia mantuvieron viva la fe, proveniente de una fuente de luz verdadera, y era impartida con mucha dificultad en épocas de oscurantismo donde predominaban las costumbres y tradiciones paganas. Todo esto ante amenaza siempre constante de una religión perseguidora de los que deseaban vivir conforme a la enseñanza de los evangelios, y que se servía de la mano dura del Estado para imponer penalidades como la prisión, tortura y muerte.