David estaba en el desierto de Judá, huyendo del rey Saúl. Es muy posible que él haya experimentado sed, hambre, y hasta falta de sueño. Y en su mente resonaban las amenazas, las mentiras y calumnias de sus enemigos. Todo eso lo hacían, porque sabían que el miedo es un arma de guerra. Si logran hacer que David entre en pánico, entoces sería más fácil destruirlo. David encomienda su causa al Señor. Él le pide a Dios que se encargue de sus enemigos. Y David confía en que todos los mentirosos y todos los que buscaban su vida finalmente serían destruidos. Pero lo más importante de este salmo, es que David, a pesar de sus carencias y necesidades evidentes, para Él su mayor necesidad es de Dios. David entendía que sí tenía a Dios, lo tenía todo. Como lo dijo alguna vez en el salmo 23: El Señor es mi pastor, tengo todo lo que necesito. No me falta nada. Si estás pasando por el desierto; si sientes que te hacen falta cosas básicas para subsistir, clama a Dios - pero no solamente debes pedir por las cosas que necesitas. Pide la presencia de Dios. Pide tener una relación más íntima con Él. Él es el que sacia todas nuestras necesidades. Alábalo. Ora levantando las manos al cielo. Confía en Él, que a su debido momento, Él actuará. Que el Señor te bendiga.