El cultivo de la papa requiere condiciones específicas, como suelos sueltos, bien drenados y ricos en materia orgánica. Prefiere climas frescos, con temperaturas entre 15-20 °C, y un riego adecuado sin encharcamientos. Su siembra se realiza a partir de tubérculos-semilla, seleccionando aquellos sanos y vigorosos.
La papa es sensible a plagas y enfermedades como el tizón tardío y los nematodos, lo que demanda manejo integrado y monitoreo constante. Además, su crecimiento se beneficia de rotaciones de cultivos para evitar el agotamiento del suelo. La cosecha debe ser cuidadosa para evitar daños en los tubérculos.
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