orados en los que nos deleitaba con sus proezas en los medios pagados y a modo, recordamos con cariño cuando juró que no habría licencias de funcionamiento para bares. Sí, esos lugares que, según él, causaban más problemas en Huamantla que un eclipse de sol.
Con su osadía sin límites, no solo se limitó a clausurar tienditas en Xalpatláhuac y pulquerías, sino que proclamó a viva voz que no habría tregua para los "malvados" vendedores de alcohol. ¿Y por qué detenerse ahí? Respaldado por la benevolencia de la gobernadora, se embarcó en una misión épica: cobrar licencias como si fueran tesoros recién descubiertos.
Pero eso no es todo. En su afán por erradicar las licencias "inválidas", procedió a clausurar bares y extorsionar a los dueños para que pagaran como si fueran nuevos. ¡Un genio de las finanzas, sin duda!
Y ahora, en un giro de eventos más inesperado que un elefante en una feria, el presidente decide abrir dos franquicias. Claro, nada baratas, ¡cada una costando un millón de pesos! Y lo hizo tan sigilosamente que nadie notó nada, ¿casualidad? Los regidores y síndicos podrían contar historias sobre ese misterioso proceso.
Pero espera, hay más. La administradora del bar resulta ser una exfuncionaria municipal, que casualmente entró trabajando en el ayuntamiento y ahora administra un bar de lujo. Nada fuera de lo común, ¿verdad?
En resumen, nos preguntamos cuánto debe ganar el presidente municipal para permitirse comprar camionetas de más de un millón de pesos al año, tener tres de ellas y abrir dos franquicias de dos millones. Si la mitad de su sueldo va a regalos altruistas, ¿de dónde sale tanto dinero? Quizás sea hora de desentrañar el misterio detrás de las finanzas del presidente de las pestañas chuecas.