Urgencia ante la emergencia
22 September 2021

Urgencia ante la emergencia

Pablo: Reavivado por una pasión - Eudaldo Rosado
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“Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche” (1 Tesalonicenses 5:2).


Tanto  Jesús como Juan en el Apocalipsis y como Pablo aquí usan la figura de  un ladrón para ilustrar lo inesperado y sorpresivo de la llegada del Día  del Señor. Puesto que no sabemos cuándo va a venir el gran día de Dios  por su pueblo, debemos vivir esperando y velando mientras estamos  ocupados en trabajar y testificar.


Ya hemos comentado la  tristísima historia del vuelo que impactó sobre la ladera del cerro a  escasos cuatro kilómetros del Aeropuerto José María Córdova (Colombia) y  que significó la muerte de 71 personas (entre ellos, los jugadores del  equipo de fútbol brasileño Chapecoense).


El vuelo de LaMia  estuvo a cuatro minutos de aterrizar. Casi se salvaron. Pero estar “casi  salvos” es estar totalmente perdidos. No hay mayor fatalidad que el  “casi”.


Un tripulante que siguió el protocolo de seguridad y salvó su vida estuvo entre los sobrevivientes. Dios nos ha dado, a través de su Palabra, un protocolo de seguridad para enfrentar el mal y el pecado, y sobrevivir.


De  acuerdo con las investigaciones, la falta de combustible fue la causa  de la tragedia. Es imposible llegar a destino sin combustible. El sueño  de todos es llegar al destino seguro. Es imposible sin la provisión  adecuada de la energía necesaria. La gran diferencia entre las vírgenes  que participaron de la gran fiesta de bodas y las que no lo hicieron fue  que estas últimas no tenían el aceite suficiente para sus lámparas. Es  imposible movernos y llegar al destino anhelado sin combustible. Y  Jesús, en su propia experiencia, nos aseguró que no solo de pan vive el  hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.


El  avión podría haberse declarado en emergencia, y la tragedia se habría  evitado, pero tan solo expresó un pedido de prioridad para el  aterrizaje. Este mundo de pecado es a todas luces un mundo declarado en  emergencia. La imagen de Dios en el hombre, en su estado original, ha  sido totalmente desvirtuada.


“La mayor y más urgente de todas  nuestras necesidades es la de un reavivamiento de la verdadera piedad en  nuestro medio. Procurarlo debería ser nuestra primera obra” (Elena de  White, Eventos de los últimos días, p. 193).


Ya  no es suficiente que encaremos las cosas de Dios de manera prioritaria.  Necesitamos, además, hacerlo con urgencia. No hay más tiempo. Estamos a  “instantes” de la destrucción definitiva o de una vida para siempre.


Necesitamos actuar con urgencia en la emergencia.