Del día y de la luz
23 September 2021

Del día y de la luz

Pablo: Reavivado por una pasión - Eudaldo Rosado
About

“Porque todos vosotros sois hijos de la luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas” (1 Tesalonicenses 5:5).


Pablo  dice que somos hijos de la luz y del día, que no podemos dormir frente  al gran evento que se aproxima, mientras que los hijos de las tinieblas  se esconden y viven en la suciedad del pecado; por eso son de la noche,  indiferentes o ajenos al inminente regreso del Señor.


Ser hijos  de la noche es rechazar la Revelación, vivir en incredulidad, practicar  la inmoralidad y dormir el sueño de la muerte. Ser de las tinieblas  significa pertenecer al enemigo y, por lo tanto, actuar en rebeldía  contra Dios.


Pero Pablo dice que no somos hijos de las tinieblas  y de la noche. No somos hijos de rebeldía, desobediencia, ira,  maldición y muerte. Por la redención en Jesús, somos hechos hijos de  comunión, obediencia, justicia, bendición, resurrección y vida.


Burt  dice que el binomio luz-tinieblas y día-noche vertebra toda la Biblia,  desde Génesis hasta Apocalipsis. Cuando todo era tinieblas, las primeras  palabras de Dios registradas en las Escrituras fueron “Sea la luz”. Y,  cuando el Apocalipsis termina ya en la descripción de la Ciudad  Celestial, se dice que no habrá más noche, y no tendrán necesidad de luz  de lámpara ni de luz de sol, porque el Señor Dios los iluminará.


Cuando  el hombre cedió a la tentación, el diablo transformó el mundo en un  mundo oscuro por el pecado. Cristo vino cuando todo estaba en tinieblas  espirituales para trasladarnos del reino de las tinieblas al Reino de la  Luz.


Los hijos de las tinieblas y de la noche viven para el  presente siglo, regidos por el príncipe de las tinieblas, mientras que  los hijos de la luz y del día viven para el siglo venidero, regidos por  el Príncipe de justicia y la Luz del mundo. El príncipe de las tinieblas  ha recibido un golpe mortal, pero sigue gobernando. El presente siglo  está moribundo, pero aún no acaba. Hasta que Cristo vuelva en gloria,  seguirá este período transitorio de convivencia de las tinieblas y la  luz, de la noche y el día.


Solo hay dos opciones. O se es hijo de la noche o hijo del día, de la luz o de las tinieblas. O perteneces a este mundo caduco en vías de extinción o al siglo venidero, a pasos de su reestreno definitivo.


La  Luz del mundo ya vino, pero está por venir nuevamente. Seamos hijos de  Dios, que no viven para este mundo que se termina, sino para el Reino  que nunca acabará.