137. En mí se manifiesta la gracia de Dios.

137. En mí se manifiesta la gracia de Dios.

Alfredo Ramirez Ceron
00:17:08
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Los sufrimientos de Pablo como apóstol. 2 Corintios 11,16-32


2Co 11:16 Otra vez lo digo, no piensen que soy un necio por hablar así. Pero, aun si lo piensan, escúchenme, tal como lo harían con una persona necia, mientras que yo también me jacto un poco.


2Co 11:17 Dicha jactancia no proviene del Señor, pero actúo como un necio.


2Co 11:18 Y, ya que otros se jactan de sus logros humanos, yo también lo haré.


2Co 11:19 Después de todo, ustedes se creen muy sabios, ¡pero con gusto soportan a los necios!


2Co 11:20 Aguantan cuando alguien los esclaviza, les quita todo lo que tienen, se aprovecha de ustedes, toma control de todo y les da una bofetada.


2Co 11:21 ¡Me da vergüenza decir que nosotros fuimos demasiado «débiles» para hacer lo mismo! Pero sea lo que sea de lo que ellos se atrevan a jactarse —otra vez hablo como un necio —yo también me atrevo a jactarme de lo mismo.


2Co 11:22 ¿Son ellos hebreos? Yo también lo soy. ¿Son israelitas? También lo soy yo. ¿Son descendientes de Abraham? También yo.


2Co 11:23 ¿Son siervos de Cristo? Sé que sueno como un loco, ¡pero yo lo he servido mucho más! He trabajado con más esfuerzo, me han encarcelado más seguido, fui azotado innumerables veces y enfrenté la muerte en repetidas ocasiones.


2Co 11:24 En cinco ocasiones distintas, los líderes judíos me dieron treinta y nueve latigazos.


2Co 11:25 Tres veces me azotaron con varas. Una vez fui apedreado. Tres veces sufrí naufragios. Una vez pasé toda una noche y el día siguiente a la deriva en el mar.


2Co 11:26 He estado en muchos viajes muy largos. Enfrenté peligros de ríos y de ladrones. Enfrenté peligros de parte de mi propio pueblo, los judíos, y también de los gentiles.* Enfrenté peligros en ciudades, en desiertos y en mares. Y enfrenté peligros de hombres que afirman ser creyentes, pero no lo son.*


2Co 11:27 He trabajado con esfuerzo y por largas horas y soporté muchas noches sin dormir. He tenido hambre y sed, y a menudo me he quedado sin nada que comer. He temblado de frío, sin tener ropa suficiente para mantenerme abrigado.


2Co 11:28 Y, además de todo eso, a diario llevo la carga de mi preocupación por todas las iglesias.


2Co 11:29 ¿Quién está débil sin que yo no sienta esa misma debilidad? ¿Quién se ha dejado llevar por mal camino y sin que yo no arda de enojo?


2Co 11:30 Si debo jactarme, preferiría jactarme de las cosas que muestran lo débil que soy.


2Co 11:31 Dios, el Padre de nuestro Señor Jesús, quien es digno de eterna alabanza, sabe que no miento.


2Co 11:32 Cuando estuve en Damasco, el gobernador bajo el mando del rey Aretas puso guardias en las puertas de la ciudad para atraparme.


2Co 11:33 Tuvieron que descolgarme en una canasta por una ventana en el muro de la ciudad para que escapara de él.