Nuestra lectura del Antiguo Testamento para el cuarto domingo después de Trinidad (Génesis 50: 15-21) nos muestra la necesidad de confesar nuestros pecados y recibir las palabras del perdón con nuestros oídos. No sólo la confesión al pastor, también nuestros hermanos con quienes podemos tener algún conflicto. En esa manera podemos lograr la armonía de que San Pabla habla en la epístola, Romanos 12:14-21.