Nuestra epístola (Efesios 2:11-22) para hoy aborda tensiones entre judíos y gentiles dentro de la iglesia. Los primeros cristianos fueron personas que fueron criadas como judíos o se habían convertido al judaísmo como adultos. Más tarde, especialmente con los viajes misioneros de San Pablo, había muchas personas bautizadas como cristianos que no tenían conocimiento previo del Antiguo Testamento. Por la sangre de Jesucristo, derramada para su liberación del pecado, la muerte y la condenación, se han sumado al número decreyentes unidos en la comunión de los santos. La sangre de Cristo fue el medio que produjo el maravilloso efecto, tal como lo hace hoy. En cuanto a la relación actual entre judíos y gentiles en la congregación, Pablo escribe: «Porque Él mismo es nuestra paz, quien de ambos pueblos hizo uno y derribó el muro divisorio de separación, la enemistad, en su carne. Jesucristo es nuestra paz; Él estableció la paz entre las dos partes que parecían irreconciliables, entre judíos y gentiles».