"Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios." — Salmo 46:10 (NVI)En un mundo donde todo grita, corre y exige, Dios nos invita a hacer algo radical: detenernos. Hacer pausa. Silenciar el ruido para escuchar Su voz.Tomarse un café con Dios no es solo una metáfora; es una práctica diaria de intimidad. Es ese momento en que dejas el celular a un lado, respiras profundo y abres tu corazón al que siempre está dispuesto a escucharte.Dios no siempre habla en truenos. A veces, se manifiesta en el susurro del Espíritu, en la paz que supera el entendimiento, en el calor suave de una taza que acompaña el alma cansada.Hoy, mientras tomas tu café, hazlo diferente. No corras. No te distraigas. Cierra los ojos un momento y dile:"Aquí estoy, Señor. Háblame. Este tiempo es tuyo."Oración:Señor, enséñame a detenerme en medio del caos. A buscarte en lo sencillo y a escucharte aun cuando todo esté en silencio. Que cada café se convierta en un altar, y cada mañana, en una cita contigo. Amén.