Una fiesta muy especial en la que faltaron los fantasmas, que fueron reemplazados por un ahorcado de mentira, una reseca cabeza cercenada y un cadáver maloliente, ambos de verdad, que compartieron espacio entre románticas canciones, con bebidas, y deliciosos manjares y naturalmente con parejas de enamorados que pasaban por su lado ignorando su veracidad.