
Hoy quiero contarte una escena que tocó profundamente mi corazón, a pesar de haber tardado décadas para entenderla.
Un día, mi abuela llenó ABSOLUTAMENTE la pequeña casa que teníamos en la playa con unos feos muebles, bien fuera de moda. Ella era un poco así... acumulaba cosas sin mucho valor, ¡le encantaban los muebles! Pero esa vez se pasó y a la familia no le gustó nada. Sucede que había una familia vecina: la madre había sido abandonada por su esposo y tenía algunos hijos. Mi abuela, en su inocencia, le compró muebles para que así pudieran comer.
¡Eso es generosidad! No solo dio algo útil, sino que además nunca se jactó de su acto. Todo lo contrario: jamás lo mencionó.
El verdadero espíritu de la generosidad es satisfacer al@ otr@, no alimentar el propio ego. Es altruismo en acción, combinado con desapego.
¿Difícil? Aquí quiero compartir tres cosas que puedes hacer para desarrollar esta cualidad... y tres cosas que es mejor evitar.
Qué hacer:
1. Revisa tu "inventario personal". Ser generos@ está directamente conectado al altruismo, pero no funciona si lo haces desde la carencia. Y, ojo: ese inventario no es solo físico. Puedes ser generos@ con tu tiempo, tu talento o incluso con una sonrisa.
2. Si tu inventario está bajo, enfócate en lo que sí tienes. Da lo mejor de ti, aunque sea poco. Lo importante es que no te vacíes por presión social, porque eso convierte la generosidad en compasión - que es otra virtud distinta - o, peor, en martirio.
3. Comprende lo que la otra persona realmente necesita. Escucha y observa; muchas veces confundimos generosidad con proyectar nuestros propios deseos. Tu acto solo será generoso en la medida en que el@ otr@ así lo perciba.
Qué evitar:
1. No hables demasiado de lo generos@ que eres. Si los demás lo notan, bien; si no, también. La generosidad pierde su mística cuando se vuelve pública.
2. No pases factura. Nada de "¿recuerdas lo que hice por ti?". La generosidad no tiene precio. Si en algún momento te sientes en carencia y aparece la tentación de pedir de vuelta lo que diste, busca apoyo de otros, sin pedir lo que habías entregado. Piénsalo como un regalo al océano de la vida; ya no hay forma de recuperarlo, pero sin duda el océano te dará mucho en retorno.
3. No sufras. En muchas culturas se ha asociado la generosidad al sacrificio doloroso. Pero yo creo que la imagen real es alguien feliz y liviano. Recuerda: lo que das no es solo físico, también lleva tu energía. Si das con pesar, eso también viaja en el paquete y es lo que experimentarás como fruto inmediato.
En resumen, ser generoso es un acto de libertad, no de obligación. Es dar con el corazón lleno, no con manos vacías.
#generosidad #altruismo #donación
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