Antes de comenzar,
hago un humilde llamado
a San Miguel Arcángel.
Elevo una petición,
así como le brindo y espero me acompañes
a producir en pensamiento y sentimiento,
lo que siempre es un clamor:
San Miguel Arcángel, hazte presente aquí,
proyecta el orden, la luz y la verdad,
para que en firme cumplimiento,
todo lo que deba pasar, se de.
San Miguel Arcangel,
hazte presente en mí.
Haz que tu respiro también lo pronuncie,
tan solo eso.
Así que consciente, pausada y amorosamente,
respira para ti, respira por ti.
Y ahí donde estás, en perfecta quietud,
visualízate como tu imaginación pueda y quiera.
Dibújate, junta líneas que te hagan tu contorno,
aplica alguna profundidad,
algo más de perspectiva,
para que también llegues a tu interioridad.
Mantente ahí, en respiro consciente,
en principio observándote, regulando lo que contienes,
que se acople a lo que tu respiro es,
hasta que alcances esa constante,
que el hilo, la línea de tu vida es,
este aquí y ahora, esta postura de vida,
esta decisión de permanecer aquí,
y las que has hecho
de aventurarte más hacia ti.
Respira ahí, todo eso
y produce el momento.
Los momentos se producen, se elaboran,
así que haz que este momento sea lo que es,
desde lo que tu voluntad ya ha expresado,
saber y querer estar en ti,
produciendo ese respiro,
el que te contacta, el que te recorre,
solo para eso, para producirte el momento.
Es cuando respiras más consciente,
más en situación.
¿Cuál es tu situación hoy?
¿Qué la demarca?
¿Haces conscientes tus tensiones?
¿Qué está ocurriendo?
¿Hay abierto algún proceso?
¿Existe algo o alguien que te inquiete
con su actitud, su conducta hacia ti?
¿Percibes cierta demora o estás a plenitud,
en capacidad de relajarte,
de permanecer así, entre aislado y ajeno a todo?,
atendiendo solo tu sentir,
dado en alguna necesidad.
¿Están priorizadas tus necesidades?
¿Te has ido acercando
a tus propios compromisos, cumpliéndolos?
¿Recibes asistencia?
¿Lo tienes consciente?
Respira y produce el contacto.
Dirás, ¿con qué, con quién?
Ni te ocupes,
siempre te puede asaltar un yo,
que se hace en cita imprevista.
Respira y descarta.
Habría tanto con qué contactar, más de ti.
Imagina tus neuronas, tus células, tus fotones.
Y todo converge en este momento que produces,
haciendo el contacto.
Y lo que se inmoviliza y lo que se aquieta.
Todo hace contacto,
nada más percibe tu temperatura.
Y se hace tanto, extasíate ahí.
No busques pensar ni sentir, percíbete.
Silencio y quietud, lo hace tu respiro.
Y el contacto es.
Y no hay escena, no hay gente,
no hay noción, no hay tiempo,
no hay nada.
Lo único que persiste es ese contacto,
y pareciera una fuerza tan tuya,
tan lograda, tan consciente,
y el contacto es, a la vez, con todo,
nada te es ajeno.
Y rota el planeta, rozan los mundos,
y sigues ahí, en respiro y aliento.
Te conoces, conoces tu respiro
y él te reconoce. Es lo que te alienta.
Es cuando el alma contacta,
porque la sabes y te sabe.
Y te dices,
en medio de tu silencio:
solo soy eso, nada más.
Y así, como quien quiere o no,
haz que eso en este momento,
sea tu amor.
Produce un respiro de amor,
tan sutil, tan interno.
Solo soy eso, el amor que Es, que soy.
Suspende hasta que consideres
volver a respirar.
No le temas al vacío,
es tan natural, tan propio.
Ve ganando profundidad con cada respiro,
con gracia, sutileza y belleza respira,
confiando en quien eres:
la voluntad de contacto,
la capacidad de entrega,
y cómo sabes expresarte en gratitud.
Respira profundo,
coincidiendo con este ahora
y con este espacio, con esta proyección,
y valora tu alma, tu valiosa alma.
Om Namaha Shivaya