Visualízate un instante ahí donde estás,
debes saberte en tu compañía.
Así que respira, revisando bien tu respiro,
qué tan fluido, qué tan apacible.
Revisa brevemente tu mente,
y si la notas inquieta, rebelde, resistente,
ofréndale tu respiro, hazla partícipe
de la más vital experiencia humana.
Lleva tu mente al respiro y haz que se sosiegue.
Que si interrumpe, sea oportuna,
sea fiel, sea consciente.
Obsérvate y no sobre respires
ni suspires, ni hagas ruido.
Busca un estado superior, domina tu cuerpo,
atiende tus pulsos, percibe tus latidos,
haz silencio, el silencio se hace.
Sigue observándote, sigue respirando,
sigue ejercitando esto que es único:
compenetrarte contigo,
encontrarte contigo, dar contigo.
Y así te vas asistiendo en lo que requieres,
y créeme, lo que más quieres, es a ti.
Así que respira así, sabiendo que quieres eso.
Entonces, ¿cómo no vas a ser sutil,
amable, amoroso contigo?
Si eres quien te sujeta,
quien te alienta, en ese tu aliento,
tan impecable, tan perfecto.
¿Y del encuentro qué?, dirás.
¿Qué debo encontrar en mí?
Y lo sabes bien.
Cuando puedas, todo,
cuando quieras, nada.
Y estás ahí, creyendo estar,
si no, ¿dónde estarías?
¿Haciendo qué?
Entiende bien, lo que haces estando así,
concibiéndote así, es registro de ti.
Es cuando nada más
se hace presente, ni nadie más.
Es tu contacto, es la manera de saber
qué te determina, quién estás siendo,
qué estás haciendo y qué vas a hacer.
Ese es el registro
y lo conjugas en tiempo-espacio.
Imagínate entonces la profundidad,
todo lo que necesitas de ti,
y saber que simplemente es el respiro,
así, consciente, abierto.
Dirás, ¿qué registro?
Y registra cada célula,
cada filamento, cada chakra,
tu energía toda.
Registra.
¿Para qué?, dirás.
Y lo sabes:
todo depende de ese registro,
de lo que tu percepción es,
de lo que tus contenidos son,
lo que eres.
Y respiras haciéndote cada vez
más consciente de eso.
Te propongo algo:
¿qué quisieras registrar hoy?
¿Qué necesitas registrar?
¿Qué te urge?
Y deja que eso se exprese, de la forma que sea,
en tu más puro interno.
Y regístralo ahí en ese respiro
y en los sucesivos, a conciencia,
sin alterarte, a plenitud, confía en ti,
percíbete, reposa eso.
¿Qué quiero registrar hoy en mí?
¿Qué necesito registrar hoy en mí?
¿Qué me urge como registro?
Y abarca más:
¿qué quiero extinguir de mis registros?
Esos que ya me abruman, me aturden,
ya no guardo espacio en mí ni los necesito.
He aprendido más, he sabido más,
me he amado más.
No importa que no atines ni a un pensamiento,
el respiro lo hace.
Y el respiro se suspende y te sostienes.
Es fabuloso, eres fabuloso.
Mi amado Ser,
tan firme, tan voluntarioso,
¿cómo no hacer registro de ti?
Y juntamos conciencias
y se fortalece este foco,
al que asistes y te asiste.
Y respiras para el registro mayor:
me amo todo, aquí, hoy,
siendo quien soy.
Y sé que todo ese amor es el Ser,
nada es de mí.
Respiras profundo,
consciente de ser, de estar
y te agradeces, te bendices, te comprometes,
y te ofrendas a ti, a tu Ser.
Y te guardas en ese registro
que es para siempre.
El amor es para siempre.
Om Namaha Shivaya