"Las maravillas del Evangelio" (parte 3 y final, en la "Lectura de los domingos"

"Las maravillas del Evangelio" (parte 3 y final, en la "Lectura de los domingos"

Radio Gracia y Paz
00:18:03
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Continuando con la Lectura de Los Domingos y nuestro tema:
 “Las Maravillas del Evangelio”.
Esta será la última de esta lectura.
Es importante haber escuchado las lecturas anteriores para comprender de mejor forma el pensamiento expuesto en este tema.
La primera verdad es que la salvación es enteramente de Dios. Hoy leeremos acerca de la segunda verdad acerca de la salvación
La segunda verdad que se nos recuerda aquí con respecto a esta gran salvación es que es esencialmente sobrenatural y milagrosa. Aquellos que no son conscientes de ello o que se niegan a creer lo que ya hemos dicho, obviamente no comprenden tampoco este punto y en general suelen oponerse a él con violencia. Y, sin embargo, no hay nada que sea tan glorioso en todo el plan, nada que haya llevado de tal forma a los santos a cantar las alabanzas de Dios. No importa cómo lo miremos o desde qué ángulo; la maravilla y el prodigio de todo ello brilla cada vez más gloriosamente. La salvación que se nos ofrece en el evangelio, lejos de ser el resultado de los esfuerzos e intentos del hombre, lejos de ser un producto humano y terrenal, es esencialmente sobrenatural y divino. Considerémoslo de dos formas distintas:
Considerémoslo en primer lugar desde la perspectiva de la forma en que se desarrolló. No hay nada tan claro como el elemento milagroso, sobrenatural. El propio nacimiento del precursor, Juan el Bautista, fue un milagro en sí mismo. Sobre una base humana era completamente imposible. El curso de la naturaleza fue variado aun en el caso del heraldo del evangelio. Pero en el caso de nuestro propio Señor, esto es aún más obvio. Su nacimiento fue un milagro. La sola alternativa es impensable. Simplemente no se puede explicar en términos humanos. Es único. Destaca en solitario. Consideremos luego su vida. Estos son los únicos comentarios posibles: «¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!». «Nunca hemos visto tal cosa». Y en lo referente a sus milagros, maravillas y grandes obras, simplemente proclaman que es el Hijo de Dios, tal como dijo repetidamente. Tenía poder sobre el viento y el mar, sobre toda clase de demonios y enfermedades y aun podía ordenar a los muertos que se levantaran de su tumba. Todas sus obras tienen la impronta de Dios y son sobrenaturales. Nunca se vio nada parecido. Pero lo más asombroso de todo fue su propia resurrección en la mañana del tercer día después de la crucifixión y de aquella muerte cruel. Luego las apariciones a los discípulos y la ascensión final al Cielo. Es el extremo opuesto del esfuerzo, la empresa y los logros humanos. Es excepcional. Es nuevo. Es milagroso. Es divino. Introduce un orden completamente nuevo. Rebasa todo lo que lo había precedido.
Pero este aspecto milagroso y sobrenatural se puede ver de forma igualmente clara al considerar la manera como se relaciona con el hombre esta salvación que así había sido obrada en Cristo. Consideremos lo que sucedió en Jerusalén en el día de Pentecostés. ¿Se puede explicar lo que ocurrió a los Apóstoles en términos humanos? Se negaban constantemente a sí mismos y lo atribuían todo a Jesucristo. Y asombraban y sorprendían a las autoridades de Jerusalén, porque les dejaba perplejos que hombres «sin letras y del vulgo» como Pedro y Juan fueran tan valientes y capaces de hacer tan grandes obras. Se nos dice que «se maravillaban». Y ciertamente nos sorprende, porque nos basta con comparar y contrastar a estos hombres como los encontramos en Hechos y en sus propias Epístolas con lo que leemos de ellos en los Evangelios para ver de inmediato que son completa y absolutamente distintos. No es un proceso de crecimiento y desarrollo gradual. Son transformados repentinamente y se llenan de poder. No hay milagro físico tan destacable en el Nuevo Testamento como el cambio de estos hombres. No es el resultado de lo que habían hecho, sino de lo que Dios había hecho con ellos. Y al mirarse a sí mismos sienten que no pueden hacer otra cosa sino alabarle y seguir... Support this podcast