Heridas de la infancia: ¿Qué son, sus tipos y como sanarlas?

Heridas de la infancia: ¿Qué son, sus tipos y como sanarlas?
Para hablar de este tema nos acompañó Yorelis Acosta, Psicólogo clínico y social e Investigadora CENDES-UCV.
Las Heridas de la Infancia impiden llevar una existencia plena y que salen a relucir en la forma en la cual nos relacionamos con los demás, de igual manera, pueden impedirnos solucionar problemas con soltura.
Con seguridad, la gran mayoría de personas tenemos heridas con las que cargamos desde nuestra niñez. En algunos casos, esas heridas son pequeñas y no producen grandes afectaciones a tu vida, sin embargo, hay otras que son mucho más grandes y tienen un impacto psicológico en tu vida, haciendo que se desarrollen otras enfermedades como: ansiedad, depresión, problemas en las relaciones afectivas, pensamientos obsesivos, entre otros.
¿Cuáles son las causas de estas heridas?
Hay muchas cosas que deben considerarse, sin embargo, la más común de ellas, es un pasado infantil realmente traumático, en donde haya maltrato físico y violencia intrafamiliar, produciéndose una especie de temor al interior de la familia que impide el libre desarrollo del niño y promoviendo la aparición de traumas o miedos que lo acompañarán en la adultez.
Las heridas que se han producido pueden encontrarse muy arraigadas, por lo cual no saldrán a la luz, sino hasta una edad mucho más adulta en la cual empiezas a asimilar lo sucedido.
Las heridas emocionales que suelen manifestarse durante la adultez, son:
1. Miedo al abandono
2. Miedo al rechazo:
3. Herida de la humillación: surge cuando sientes que te ponen a prueba y constantemente te sientes criticado por lo que haces.
4. Herida del miedo a confiar: los sentimientos de control y de confianza desaparecen.
5. Herida de la injusticia: se genera cuando los progenitores son fríos, rígidos y autoritarios, creyendo que de esa forma se ganarán el respeto de sus hijos. Produce un sentimiento de ineficacia y de injusticia, convirtiéndote en un adulto rígido incapaz de negociar, aceptar opiniones contrarias y con gran ambición de poder.