“Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza” (Romanos 15:4).
“Jesús vino a este mundo para salvar a su pueblo de sus pecados. No nos salvará en nuestros pecados, porque él no es el ministro del pecado. Debemos responder a la atracción divina de Cristo, y arrepentirnos de nuestros pecados, y unirnos a Cristo como el sarmiento se une a la vid.”—The Signs of the Times, 15 de febrero, 1892.