“Venid luego,
dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como
la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser
como blanca lana” (Isaías 1:18).
“La ley de Dios fue la base de este [nuevo] pacto, que era
sencillamente un arreglo para restituir al hombre a la armonía con la voluntad
divina, colocándolo en situación de poder obedecer la ley de Dios.”—Patriarcas
y Profetas, p. 387. [Énfasis añadido.]