En nuestra vida, a menudo nos aferramos al pasado: a los errores que hemos cometido, a las oportunidades perdidas o a las dificultades que hemos enfrentado. Esas cargas del pasado pueden pesarnos y limitarnos en nuestro crecimiento y en nuestro caminar con Dios. Sin embargo, Dios nos invita a dejar todo eso atrás, a no vivir anclados en los recuerdos y a mirar hacia adelante con expectativa.
Cuando Dios declara: "¡Voy a hacer algo nuevo!", nos está recordando su capacidad de crear, renovar y transformar. Aunque estemos en medio de un desierto, un lugar aparentemente estéril y desolado, Dios tiene el poder de abrir un camino, de traer vida y fluir como un río refrescante en medio de nuestras circunstancias más difíciles.