"Usé mi sombrero en la parte posterior de mi cabeza y sin corbata, con un cigarrillo colgando de mis labios, y holgazaneé durante toda la actuación”, dijo Hoagy, describiendo su histórica actuación que batió récords en el London Palladium en 1951. Esa fue la imagen que Hoagy creó y el mundo abrazó. Detrás de él, invisible, había alguien más: el joven apasionado y poético que había sido una vez, el pobre chico de Indiana con un feroz anhelo de triunfar.