Vivimos en una era donde la tecnología avanza a un ritmo vertiginoso. Cada año, nuevos modelos de smartphones, televisores, ordenadores y otros dispositivos electrónicos inundan el mercado, prometiendo mejoras en funcionalidad, diseño y rendimiento. Sin embargo, detrás de este constante flujo de innovación se esconde un fenómeno que afecta tanto al consumidor como al planeta: la obsolescencia programada.