La complejidad de la vida nos lleva muchas veces a dudar del propósito por el cual pasamos situaciones inesperadas, fuera de lo que consideramos normal, o situaciones que denominamos complejas a causa de la dificultad, sufrimiento o por la extensión prolongada de un estado incierto.
Dios sabe de antemano que vamos a vivir y como vamos a vivirlo. Jesús es el mayor ejemplo de una vida salida del libreto del mundo, para ser parte de una historia con propósito divino.
Podemos decir que no es solo un ejemplo, si no también un llamado a llevar sobre los hombros una carga diferente, de la cual al final de cada camino incierto, impuesto, o en una condición desfavorable, podamos ver un resplandor maravilloso que desde lejos parece una condena definitiva. Pero que increíblemente al acercarnos cada vez más y una vez frente a ella, encontramos un abrazo comprensivo, entendido del dolor y la angustia. Un recibimiento con poder que se manifiesta superiormente desde el amor; en redención, sustitución y reconciliación suficientes para un gozo eterno.