“Cuando el corazón está vacío: lo que Dios quiere sanar”

Vivimos en una época marcada por el vacío. Aunque tenemos más acceso a todo que nunca antes, millones se sienten ansiosos, desorientados, solos. Intentamos llenar ese hueco con relaciones, logros o distracciones... pero nada alcanza. ¿Por qué?

Eclesiastés 3:11 nos da una pista clave: Dios puso eternidad en el corazón humano. Un anhelo profundo que no puede llenarse con lo pasajero. Vivimos atrapados por el tiempo, por nuestras limitaciones, mientras el alma clama por algo eterno, real, verdadero.

En este episodio, exploramos lo que la Biblia llama “el corazón”: no solo las emociones, sino la totalidad del ser humano. Pensamientos, decisiones, motivaciones, carácter… Dios no mirala apariencia, Él mira el corazón (1 Samuel 16:7).

La Palabra describe diferentes tipos de corazón:

Engañoso (Jeremías 17:9), que se oculta detrás demáscaras.

Endurecido (Zacarías, Ezequiel), que ya no quiere sentir.

Errante, que anda sin rumbo.

Pero también un corazón limpio (Mateo 5:8), uno alegre, entendido, satisfecho, que trae paz.

David fue llamado un hombre conforme al corazón de Dios, a pesar de sus errores. ¿Por qué? Porque su interior era sincero, rendido, dispuesto a arrepentirse. No se trata de perfección externa, sino de una actitud interna que busca agradar a Dios.

Cuidar el corazón es vital, porque de él mana la vida (Proverbios 4:23). Todo lo que somos y hacemos fluye desde allí.Por eso, compartimos consejos prácticos para fortalecerlo:

Gobernar nuestras emociones (Filipenses 4:7).

Alimentarnos con la Palabra (Colosenses 3:15–16).

Ejercitarnos en la piedad (1 Timoteo 6:11).

Permitir que Dios lo examine (Salmo 139:23).

No seremos aceptados por lo que hacemos, sino por lo que somos ante Dios. Lo importante no es solo lo que hacemos, sino por qué lo hacemos y cómo lo hacemos.

Palabra compartida por el pastor Eduardo Carnero.