
31 August 2025
392: Mi peor enemigo: ¿el diablo o yo? - 31/8/2025 - #1367
Iglesia de la Ciudad - Mensajes
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Pastor José Luis Cinalli
31/8/2025
Mi peor enemigo: ¿el diablo o yo?
31/8/2025
Mi peor enemigo: ¿el diablo o yo?
“Cuando vayas al magistrado con tu adversario, procura en el camino librarte de él… traten de resolver el asunto antes de llegar (NTV)… no sea que te… meta en la cárcel”, Lucas 12:58 (RVR).
El lugar donde vivimos está repleto de pájaros que cantan en libertad. El comportamiento de algunos de ellos es muy llamativo. El picahueso, por ejemplo, tiene por costumbre picotear los espejos del auto y de las ventanas de la casa. Son aves territoriales y en épocas de apareamiento suelen confundir su propio reflejo con el de otro pájaro, al que consideran su contrincante. Para defender su nido se enfrentan a su ‘enemigo’ imaginario a los picotazos. Destruyen los espejos y vidrios en un intento feroz de ahuyentar al rival o intruso que no es otra cosa que el reflejo de su propia figura. Y esta conducta la mantienen por días y aún semanas generando un alto nivel de stress a su cuerpo, con la consiguiente pérdida de peso por el esfuerzo. ¡Qué tontos que son al pelear contra sí mismos! Sí, tanto como nosotros que peleamos contra nuestra propia naturaleza carnal. Muchas de nuestras batallas podrían evitarse si entendiéramos que nuestro peor enemigo somos nosotros mismos. En otros términos, ¿cuál es la fuente de nuestros problemas actuales?, ¿son espirituales o carnales? ¿Es una embestida satánica o el resultado de nuestras decisiones? La enfermedad con la que lidiaba Saúl era de origen espiritual. Vivía atormentado porque estaba peleado con Dios. “El Espíritu del Señor se apartó de Saúl, y en su lugar el Señor le envió un espíritu maligno para que lo atormentara”, 1º Samuel 16:14 (NVI). Si Dios no nos gobierna, Satanás lo hará. En los momentos críticos, la música de David aliviaba a Saúl, pero no resolvía su problema. Saúl, por su parte, en vez de arrepentirse de sus pecados y entregarse por completo a Dios pretendía sanar de su depresión utilizando la musicoterapia. Y no le funcionó porque para un problema espiritual la solución debe ser espiritual. La medicina convencional, la consejería y las más diversas terapias son solo ‘maquillaje’ si el origen de la aflicción es espiritual. La solución es obedecer a Dios. El arrepentimiento genuino y la obediencia absoluta producen resultados extraordinarios: ¡PRUÉBALO!
El peor enemigo de Saúl era él mismo. Cayó en la zaranda del diablo porque vivía en oscuridad y la oscuridad es una invitación a la actividad demoníaca. Satanás tiene derecho legal otorgado por Dios para habitar en la oscuridad moral y espiritual: “Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que… los entregó a prisiones de oscuridad…”, 2ª Pedro 2:4. Los que hemos nacido de la luz ya no vivimos en la oscuridad, pero si nos asociamos con el pecado “la luz que hay en nosotros se vuelve tinieblas” (Lucas 11:35) convirtiéndonos en prisioneros de la oscuridad; vulnerables a los ataques satánicos. Satanás solo gobierna donde existe oscuridad. Saúl era desobediente a propósito, por lo que su vida estaba llena de oscuridad, el ambiente adecuado para que Satanás se hiciera un festín con él. Saúl es un ejemplo claro de cómo Satanás accede a una vida por aquellas áreas oscuras que no se rinden al Señor. ¿Has identificado ya esas brechas espirituales por donde Satanás te roba las bendiciones?
¡Muchas de nuestras batallas actuales son el resultado de nuestras desafortunadas decisiones! Acostarse con la esposa de su mejor soldado atrajo grandes sufrimientos para David y su familia. Por matar a su hermano, el Señor le dijo a Caín “…ahora eres maldito…”, Génesis 4:11 (NTV). El pecado bloquea las bendiciones del cielo. ¡Cuando hay pecado la oración no funciona! “Saúl… oró al Señor, pero el Señor no le respondió…’”, 1º Samuel 28:5-6 (PDT). El pecado estorba la relación con Dios. Saúl le dijo a Samuel: “Estoy desesperado… Dios me ha abandonado. Ya no me responde…”, 1º Samuel 28:15 (TLA). El acceso a la presencia y revelación de Dios se bloquean a causa de la desobediencia. “Sus pecados han hecho que Dios… no quiera escucharlos”, Isaías 59:2 (TLA). No solo el cielo está cerrado, la tierra también lo está: “Arriba, los cielos se pondrán rígidos como el bronce, y abajo, la tierra se volverá dura como el hierro”, Deuteronomio 28:23 (NTV). Esto significa que el cielo no responde y que en la tierra no hay bendición. Pídele al Espíritu Santo que te muestre si la razón por la que las cosas no están fluyendo en tu vida es un ataque satánico o la consecuencia de un pecado no confesado.
El diablo se aprovecha de nuestras debilidades para acusarnos delante de Dios. Si queremos evitar el asalto debemos ser honestos. No justifiquemos nuestras faltas o pecados. En cuanto defendemos nuestra posición, perdemos la batalla. En cambio, nos libramos del acusador cuando reconocemos lo vulnerables que somos y lo ineficaz de nuestras obras para justificarnos delante de Dios. El sacrificio de Jesús es suficiente. Dios nos amó sin límites cuando éramos hijos de las tinieblas, ¿cuánto más nos amará ahora que, siendo hijos de la luz, procuramos purificarnos de toda maldad? Jesús contó una parábola muy extraña. Dijo que teníamos que ponernos de acuerdo con el acusador antes de que nos lleve a juicio. “Cuando vayas camino al juicio con tu adversario… con tu enemigo (PDT)… el que te acusa (Lucas 12:58, NT-BAD) … resuelvan rápidamente las diferencias… procura… librarte de él (Lucas 12:58, RVR) … De no ser así, el que te acusa podría entregarte al juez, quien te… meterá en la cárcel…”, Mateo 5:25 (NTV). ¿Quién es el acusador en esta parábola? Existen tres posibilidades:
1) Una persona. Se nos ordena reconciliarnos lo más pronto posible con quienes estamos en desacuerdo a fin de resolver las disputas, antes de acudir a los tribunales. El principio bíblico de la reconciliación fue enfatizado por Jesús cuando instruyó a sus discípulos a resolver sus conflictos interpersonales antes de ofrendar en el altar, Mateo 5:23-24. Pablo enfatizó la misma enseñanza cuando dijo: “Hagan todo lo posible por vivir en paz con todos”, Romanos 12:18 (NTV).
2) El diablo. La palabra usada para adversario en el griego es antidikos la misma que usa Pedro para referirse al diablo: “… Estén alerta. Su adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar”, 1ª Pedro 5:8 (NBLH). Satanás es llamado “el acusador de nuestros hermanos, el que los acusa delante de… Dios día y noche…”, Apocalipsis 12:10 (NTV). Cuando buscamos la aceptación y el perdón de Dios apoyados en nuestras buenas obras, el adversario tendrá el derecho legal para ‘echarnos a la cárcel’ porque “nuestros actos de justicia son como trapos de inmundicia…”, Isaías 64:6 (BAD). Jesús dijo que procuremos librarnos rápidamente de nuestro adversario o acusador, Lucas 12:58. Pero, ¿cómo lo hacemos? Siendo humildes, aceptando que somos imperfectos. Generalmente el diablo tiene razón cuando nos acusa delante de Dios. Es verdad que somos injustos, impuros, que nos falta amor y que nos cuestan las disciplinas espirituales. No justifiquemos nuestras debilidades. No discutamos con el diablo defendiendo nuestros defectos. La victoria sobre el acusador se logra cuando somos honestos, cuando reconocemos nuestros errores y cuando buscamos la ayuda divina para transformar nuestras vidas a la imagen de Cristo. Nuestra salvación no se basa en lo que hacemos sino en lo que Cristo hizo por nosotros. Cristo es nuestra justicia. Hemos sido justificados por fe; nuestra paz con Dios viene por medio de nuestro Señor Jesucristo, Romanos 5:1. ¡Cuanto más rápido reconozcamos que Cristo es todo lo que necesitamos para corregir nuestra vida, más rápido escaparemos de la acusación del diablo!
3) Dios. Jesús dijo que el adversario nos entregará a juicio. Si el juicio del que habla es el que ocurrirá en el Gran Trono Blanco (Apocalipsis 20); entonces, el adversario es Dios. Es mejor tener un acuerdo con Jesús antes que comparecer ante el Juez Eterno en el gran día del juicio final. El que no se reconcilie con Jesucristo de este lado de la eternidad tendrá que ser juzgado en el juicio del gran día final para ser condenado eternamente. Jesús nos insta a resolver las diferencias con Dios lo antes posible. Hagamos las paces con Dios mientras haya tiempo. Solo existe una forma de evitar el terrible castigo eterno: ¡creer en el Señor Jesucristo! Así seremos salvos de ese día de juicio. El mensaje de Jesús de reconciliarnos urgentemente con Dios es para todos. El que no reconozca a Cristo como su Señor y Salvador tendrá que pagar la deuda por su pecado, cuyo precio es la muerte eterna. La única esperanza para evitar el castigo es el perdón de los pecados mediante la sangre de Cristo. Toma la más grande decisión de tu vida a favor de Cristo y evitarás el más grande castigo.
Conclusión. En el pasado Dios y el hombre eran amigos, pero ahora son adversarios. ¿Quién es reacio a la reconciliación y el acuerdo? El deber e interés del hombre caído es aceptar los términos de paz y reconciliación con Dios, antes de que sea demasiado tarde. Quien muera enemistado con Dios recibirá prisión eterna. ¿No crees que sería sabio lograr un acuerdo con Dios, antes que eso suceda?