385: La oración, nuestra arma de guerra - 13/7/2025 - #1360
13 July 2025

385: La oración, nuestra arma de guerra - 13/7/2025 - #1360

Iglesia de la Ciudad - Mensajes

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Pastor José Luis Cinalli

13/7/2025

La oración, nuestra arma de guerra




“Para destruir las fortalezas del mal… empleo… las invencibles armas del todopoderoso Dios”, 2ª Corintios 10:4 (NT-BAD).




La oración es, para el cristiano, el recurso infalible en cualquier caso y en cualquier necesidad. Eso sí, la oración es un arma eficaz siempre que no esté fuera de servicio. La oración no tiene límites si se la usa. Ya que está escrito que la oración llega al cielo: “… Su oración llegó hasta la santa morada de Dios en el cielo” (2º Crónicas 30:27, LPD) no aceptes que el diablo rompa tu confianza en la promesa de Dios. Recuérdale lo que está escrito. No existe oración que el diablo tema más que la oración que dice: “escrito está”. Por otra parte, recuerda que ¡Dios no hace nada si no es en respuesta a la oración! Alguien describió la pobre cosecha de una iglesia sin oración diciendo: ¡en Hechos 2, oraron durante diez días, Pedro predicó diez minutos y fueron salvas tres mil personas! ¡Hoy en día, la iglesia ora diez minutos, predica diez días, y son salvadas tres! ¿Estás usando la poderosa e indestructible arma de la oración con efectividad? En los momentos de mayor necesidad, ¿a quién acudes en busca de ayuda? Dios dijo: “... Los que confían en mí no serán defraudados, Isaías 49:23 (PDT). “Por cuanto en mí ha puesto su amor... me invocará, y yo le responderé...”, Salmo 91:14-15.



Ya que la oración es el recurso más importante del cristiano, veamos algunos aspectos bíblicos:




1)     La oración es la respuesta a la crítica injusta. “Responden a mi amor con acusación, pero yo me entrego a la oración… yo soy solo oración, Salmo 109:4 (VIN2011, CJ). David es acusado, calumniado e injuriado injustamente y, ¿cómo responde? ¡Con oración! Una cosa es innegable: vas a tener críticos y gente que no te va a querer. Hay personas que hagas lo que hagas nunca las agradarás. No desperdicies tu tiempo tratando de ganártelas. Tienes una tarea que lograr, tienes un destino por alcanzar. No desperdicies tu tiempo peleando con ellos. Hay gente que te criticará y te sentirás tentado a desahogar tus emociones. En ese caso pregúntate: ¿vale la pena? Reconoce que algunos desafíos que salen a tu encuentro son simplemente distracciones que quieren alejarte de tu destino. “Evitar la pelea es una señal de honor”, Proverbios 20:3 (NTV). ¡Existen batallas que no valen la pena pelear! ¿Qué hizo Nehemías cuando Sambalat y Tobías lo criticaron abiertamente? “Yo oré...”, Nehemías 4:4 (TLA). Cuando Dios te encomiende una misión, siempre estarán los Sambalat y Tobías intentando hacer que participes en peleas que no tienen importancia. Intentarán desenfocarte y desgastarte emocionalmente para que no cumplas con tu misión. No cedas ante las distracciones, no te desenfoques, no te desgastes emocionalmente, presenta tu caso al tribunal superior, plántate a las afueras del cielo y bombardea sus puertas a cañonazos; ¡la oración tiene ese poder!



2)     La oración perseverante nos hace esperar en medio de los silencios de Dios. “… Lo llamé, pero no respondió”, Cantares 5:6. Se dice que Dios no llega tarde, pero a menudo, tampoco llega temprano. Con demasiada frecuencia Dios tarda en contestar nuestras oraciones y su propósito es probar nuestra fe, como en el caso de la mujer sirofenicia. Aunque pedía a gritos por su hija endemoniada “Jesús… no le contestaba… ni una palabra”, Mateo 15:23 (NTV, N-C). Finalmente, y después de tanto insistir, la mujer reveló su gran fe y obtuvo el milagro: “Apreciada mujer, le dijo Jesús, tu fe es grande. Se te concede lo que pides. Y al instante la hija se sanó”, Mateo 15:28 (NTV). En otra oportunidad “cuando (Jesús) oyó que (Lázaro) estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba”, Juan 11:6. No confundas el silencio de Dios con la negación. La prolongada demora de Dios en contestar nuestras oraciones suele ser el medio más efectivo para fortalecer la fe. No permitas que Satanás sacuda tu confianza en el Dios de la verdad señalando tus oraciones sin respuestas. Las oraciones demoradas no son desoídas. El tiempo de Dios para traer la bendición es el más apropiado. El día en que el silencio de Dios sea la respuesta a tu oración, sabrás entonces que tu pie ha sido puesto en el primer escalón de la fe.



3)     La oración nos conduce al conocimiento de la voluntad de Dios. “Jesús… se arrodilló hasta tocar el suelo con la frente, y oró a Dios”, Mateo 26:39 (TLA). Jesús oró tantas veces como fue necesario hasta conocer la voluntad del Padre. Cuando ingresó al Getsemaní ‘la copa’ parecía algo dudoso, pero cuando salió del huerto estaba convencido acerca de la voluntad de Dios. Al ingresar dijo: “Si es posible pasa de mí esta copa”, Mateo 26:39. Luego, cuando Pedro le cortó la oreja al siervo del sumo sacerdote, Jesús le dijo. “Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?, Juan 18:11. Jesús no se rindió hasta encontrar la respuesta. Pablo oró tres veces pidiéndole a Dios que le quitara la espina en su carne hasta que finalmente Dios le mostró su voluntad, 2ª Corintios 12:9. No podemos orar algunas veces y darnos por vencidos. La prisa no debe ocupar ningún lugar ni en la fe ni en la oración. La fe soporta el tiempo. Jesús y Pablo tuvieron que orar tres veces para encontrar una respuesta. Quizás tú tengas que orar aún más. La clave es perseverar. No debes abandonar. ¿Eres de los que se rinden demasiado pronto cuando Dios no contesta las oraciones? Ora todo el tiempo que necesites hasta que encuentres su voluntad. ¡Ora con vehemencia! ¡Una oración que no mueve el corazón del que ora no puede mover el corazón de Dios!



4)     La oración de gratitud es un perfume agradable para Dios. “¡Bendito sea Dios, que no ha rechazado mi súplica ni me ha retirado su amor!”, Salmo 66:20 (BDA2010). El salmista está agradecido porque Dios ha escuchado su oración. ¿Somos así de agradecidos por los favores que recibimos a diario sin merecerlo? Dios sigue siendo fiel, aun cuando somos indiferentes a su bondad y nuestras oraciones son débiles y escasas. La tendencia es a aflojar en las oraciones, a menos que estemos en apuros o las penas aumenten. Solemos acudir a Dios cuando la tormenta arrecia, pero descuidamos la oración cuando el sol sale y la vida nos sonríe. El Salmo nos recuerda que la oración fue escuchada porque David se arrepintió de sus pecados. Cuidado con acercarnos a Dios con las manos abiertas, pero el corazón cerrado. Cuando no hay señal de arrepentimiento Dios no contesta nuestra oración. “Si no hubiera confesado el pecado de mi corazón, mi Señor no me habría escuchado”, Salmo 66:18 (NTV). Si nos negamos a arrepentirnos y confesar nuestros pecados Dios se negará a escucharnos y bendecirnos. Quien encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja, halla perdón”, Proverbios 28:13 (NTV). El pecado aleja a Dios, pero la confesión y la restitución restauran el compañerismo con el Señor. “… Si mi pueblo se humilla, y ora y me busca, y… abandona su mala conducta, yo escucharé en el cielo su oración, perdonaré sus pecados y los haré prosperar de nuevo”, 2º Crónicas 7:12-14 (TLA). ¡Seamos sinceros en admitir, confesar y abandonar el pecado; cuanto más rápido lo hagamos, más rápido vendrá la bendición de Dios!



5)     La oración más importante no es la más larga sino la más intensa. El fariseo recitó una extensa oración mientras que el publicano dijo solo seis palabras, golpeándose el pecho: “Dios, sé propicio a mí, pecador”, Lucas 18:13. La oración de éste llegó primero, la del otro nunca fue escuchada. Nuestras oraciones tienen que ser hechas con el corazón. La oración es como el fuego, ¡es esencial que esté al rojo vivo! Quienes no suplican con fervor, no suplican en absoluto. Las oraciones frías piden al Señor que no las escuche. Mientras se hundía en las profundas aguas de la incredulidad Pedro hizo una oración aún más corta que la del publicano, pero igualmente efectiva: “¡Señor, sálvame!”, Mateo 14:30. Dios escucha el clamor desesperado. En nuestras horas de tribulación nos sentimos impulsados a la oración, al lugar de Su Presencia en busca de la ayuda del Todopoderoso. Cuando se desata la tormenta el creyente se abre paso a toda vela al lugar de refugio. Y en esos casos las oraciones cortas sus suficientes. Nuestras urgencias son oportunidades para que Dios despliegue todo su poder. ¿Por qué esperar a último momento para mirar al cielo? Aun así, Dios compensa nuestra demora y extiende misericordia. ¿Estás sumergido en las aguas turbulentas de la dificultad? Acude al trono de la gracia. Consigue su poderosa ayuda y todo irá bien. Cuando ya no puedas, Jesús todo lo puede.