384: El secreto del poder en la oración - 6/7/2025 - #1359
06 July 2025

384: El secreto del poder en la oración - 6/7/2025 - #1359

Iglesia de la Ciudad - Mensajes

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Pastor José Luis Cinalli

6/7/2025

El secreto del poder en la oración




“… Dios escucha nuestras oraciones cuando le pedimos conforme a su voluntad… y cualquier cosa que le pidiéremos conforme a su… voluntad, nos la otorga, 1ª Juan 5:14 (PDT, ORO).




“Dios escucha… Dios otorga”. Cuando Dios escucha una oración concede la petición. “… Sabemos que él nos oye… también sabemos que nos dará lo que le pedimos, 1ª Juan 5:15 (NTV). Decir que el Señor escucha y responde una oración es redundante. Eso sí, ¡la oración que Dios atiende es aquella que se hace conforme a su voluntad! “… Si pedimos algo conforme a su voluntad, él nos oye”, 1ª Juan 5:14 (RVA). “Dios… escucha a quienes hacen su voluntad”, Juan 9:31 (BAD). Y hacemos su voluntad cuando obedecemos: “Recibimos todo lo que le pedimos porque obedecemos… y hacemos lo que le agrada”, 1ª Juan 3:22 (BAD). Si… obedecen todo lo que les he enseñado, recibirán… todo lo que pidan, Juan 15:7 (TLA); Santiago 5:16. ¡La obediencia es la condición indispensable de la oración contestada! Sería una verdadera hipocresía aferrarnos a algún pecado y, al mismo tiempo, acercarnos a Dios para pedirle una bendición. David dijo: “Si no hubiera confesado el pecado de mi corazón, mi Señor no me habría escuchado, Salmo 66:18 (NTV). Jesús expresó: “Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran… y se les concederá, Juan 15:7 (NBLH, NVI). Recordemos que para Jesús la palabra ‘permanecer’ es sinónimo de obedecer. Cuando obedecen mis mandamientos permanecen en mí… así como yo obedezco los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor”, Juan 15:10 (NTV). Jesús espera que tengamos con Él la clase de relación que Él tenía con el Padre. La intimidad siempre creciente con Jesús nos permitirá vivir sumisos a su voluntad y, como consecuencia, nuestras oraciones serán cada vez más efectivas.




“Si pedimos algo según su voluntad, él nos oye”, 1ª Juan 5:14 (RVC). “Según su voluntad”. La voluntad de Dios es la única limitación a nuestras oraciones y siempre es para nuestro bien. Un padre juicioso y bondadoso no da a su hijo lo que pide, si eso resulta perjudicial para él. En nuestra ignorancia podríamos estar pidiendo mal, en cuyo caso es una bendición que Dios nos niegue la petición. Pablo constituye un ejemplo bíblico muy claro, pues tenía una espina en su carne, “un mensajero de Satanás” (2ª Corintios 12:7, NTV) para atormentarlo. Pablo dijo: “En tres ocasiones… le supliqué al Señor que me la quitara. Cada vez él me dijo: “Mi gracia es todo lo que necesitas, mi poder actúa mejor en la debilidad”, 2ª Corintios 12:8-9 (NTV). Cuando Pablo supo cuál era la voluntad de Dios la aceptó de buena gana: “Así que ahora me alegra jactarme de mis debilidades, para que el poder de Cristo pueda actuar a través de mí”, 2ª Corintios 12:9 (NTV). Por otro lado, cuidado con obstinarnos en pedir algo que sabemos que no es la voluntad de Dios. El clamor de los israelitas incrédulos por carne fue concedido, pero para su doloroso perjuicio: “… Israel… comenzó a quejarse: “¡oh, si tuviéramos un poco de carne!... Cómo nos acordamos del pescado que comíamos gratis en Egipto y teníamos todos los pepinos… los puerros, las cebollas y los ajos que queríamos. ¡Pero ahora lo único que vemos es este maná!... hemos perdido el apetito”, Números 11:4-6 (NTV). Entonces el Señor “hizo soplar un viento que trajo… codornices… en una extensión de hasta un día de camino… y a una altura de… un metro del suelo. La gente… recogió codornices… El que menos recogió, recogió dos toneladas… No habían todavía comenzado a masticar la carne cuando el Señor se enojó con ellos y les envió una terrible enfermedad. Entonces ellos llamaron ese sitio Tumbas de la glotonería porque allí enterraron a la gente que no pensaba sino en comer”, Números 11:31-34 (PDT).




Si queremos que Dios conteste nuestras oraciones; entonces, nuestra voluntad debe coincidir con la suya. ¡Cuando nuestros deseos no están alineados con los de Dios, la oración es denegada! Por otra parte, ¡la fe nos hace aceptar la voluntad de Dios como lo mejor para nosotros! Debemos agradecer que las respuestas de Dios son más sabias que nuestras oraciones. También es posible que, sin que nosotros lo sepamos, nuestras oraciones hayan sido respondidas. “Si pagamos nuestras deudas en oro nadie puede culparnos por no pagarlas en plata y, si Dios nos concede misericordias espirituales en abundancia en lugar de bendiciones temporales, entonces ha escuchado nuestra oración”, Spurgeon. Cristo oró en el Getsemaní y Dios escuchó su clamor, pero no le quitó la copa del sufrimiento. Sin embargo, aceptó la ofrenda de su vida, Hebreos 10:10. La Biblia promete que Dios “nos dará lo que le pedimos” (1ª Juan 5:15, NTV), pero no promete que la respuesta llegará inmediatamente. Abraham pidió un hijo y Dios prometió dárselo, pero transcurrieron 25 años antes de que Abraham tuviera a Isaac en sus brazos. La Biblia habla mucho de esperar en Dios, por lo tanto, nos equivocamos al pensar que nuestras oraciones deben recibir respuesta de inmediato




¡La oración efectiva es aquella que involucra el conocimiento de la voluntad de Dios! Luego viene “la seguridad… de que Dios escucha nuestras oraciones”, 1ª Juan 5:14 (PDT). ¡El secreto del poder en la oración es conocer la voluntad de Dios! Y es la Biblia la que nos revela la voluntad de Dios. Por ejemplo, cuando oramos por la salvación de las personas sabemos que estamos orando conforme a su voluntad porque la Biblia dice: “Exhorto… que se hagan… oraciones… por todos los hombres… Esto es bueno y agradable delante de Dios... el cual quiere que todos sean salvos…”, 1ª Timoteo 2:1-4 (LBLA). Oramos conforme a su voluntad cuando pedimos: A) El perdón de los pecados: “Si admitimos nuestros pecados, Dios nos perdonará…”, 1ª Juan 1:9 (PDT); Isaías 1:18; Efesios 1:7; Hechos 10:43; Lucas 24:47; Jeremías 31:34. B) La santificación: “Dios quiere que ustedes sean cada vez más puros… que sean santos en todo lo que hagan”, 1ª Tesalonicenses 4:3 (PDT) y 1ª Pedro 1:15 (NTV). C) Consuelo en las pruebas: “Bendito sea Dios… que siempre nos da consuelo… nos consuela en todos nuestros sufrimientos…”, 2ª Corintios 1:3-4 (PDT). D) Poder espiritual para cumplir con el llamamiento divino: “Dios, su Padre… dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan”, Lucas 11:13 (TLA). E) El avivamiento. “Bendeciré a mi pueblo y a sus hogares... les enviaré las lluvias que necesiten; habrá lluvias de bendición, Ezequiel 34:26 (NTV). Pídanme lluvia… y haré que llueva en abundancia”, Zacarías 10:1 (TLA). Dios vendrá a visitarnosvendrá de nuevo sobre nosotros y con su poder creador convertirá el desierto en tierra fértil, y la tierra fértil… será mucho más fértil”, Isaías 32:15 (TLA, DHH); Oseas 6:3 (BAD); Isaías 35:7; Hageo 2:6-7; Isaías 43:19-20.




Ahora, todos quisiéramos saber cuál es la voluntad de Dios en cuestiones personales. Pablo dijo: “Traten de averiguar qué es lo que Dios quiere que hagan”, Efesios 5:17 (TLA). Y Santiago agrega: El que desee saber lo que Dios espera de él, pregúntele al Señor. El con gusto le responderá…”, Santiago 1:5 (NT-BAD). Además “el Espíritu colabora con nosotros… porque no sabemos lo que es pedir como conviene… el Espíritu le pide a Dios por nosotros… a través de gemidos…”, Romanos 8:26 (LBN, PDT). ¡Qué bendición! El Espíritu Santo intercede por nosotros, a través de nosotros. Jesús, en cambio, intercede por nosotros sin nuestra participación, Romanos 8:34. Pablo dijo que “nosotros… gemimos” (Romanos 8:23) y luego que “el Espíritu… intercede por nosotros con gemidos”, Romanos 8:26. No son dos gemidos sino uno solo. Si “el Espíritu mora en nosotros” (Romanos 8:9) tenemos a ‘alguien’ en nuestro interior que conoce perfectamente la voluntad de Dios y nos ayuda intercediendo a nuestro favor. Eso sí, su ilimitado poder para interceder está condicionado a nuestra disposición para orar. Si no nos entregamos seriamente a la oración, el Espíritu no podrá ayudarnos y, entonces, desperdiciaremos la gran oportunidad de ser bendecidos por Dios mismo.




Orar no es solo hablar con Dios sino, sobre todo, escucharlo en la intimidad para conocer su voluntad y transformar la oración en certera y asertiva. La oración bíblica no intenta convencer al Señor para que nos de lo que queremos; más bien, es someter nuestra voluntad a la suya. Es orar como Jesús nos enseñó: “Hágase tu voluntad…”, Mateo 6:10. La clave entonces para conocer la voluntad de Dios es esperar pacientemente en su presencia hasta que el Espíritu Santo nos guíe. “Quédate quieto en la presencia del SEÑOR, y espera con paciencia a que él actúe…”, Salmo 37:7 (NTV). “Dios mío, enséñame a vivir como tú siempre has querido… muéstrame la senda correcta… señálame el camino que debo seguir. Guíame con tu verdad y enséñame, porque tú eres el Dios que me salva. Todo el día pongo en ti mi esperanza”, Salmo 25:4-5 (TLA, NTV). Hay que aprender a esperar pacientemente en oración hasta que Dios revele su voluntad. Cuando se trata de orar, no cuelgues, espera hasta ser atendido. ¡El gran secreto del poder en la oración es un corazón que ora con perseverancia y espera pacientemente en la presencia de Dios!