378: Oraciones sin respuesta - 25/5/2025 - #1353
26 May 2025

378: Oraciones sin respuesta - 25/5/2025 - #1353

Iglesia de la Ciudad - Mensajes

About
Pastor José Luis Cinalli

25/5/2025

Oraciones sin respuesta




“… Piden y no reciben… piden y Dios no les contesta (NT-BAD) …, porque piden mal… con malos propósitos, para gastarlo en sus placeres, Santiago 4:3 (BDA2010, NBLH).




La indigencia espiritual es una elección ya que Dios promete provisión para todo aquel que se lo pida: “No tienen… porque no se lo piden a Dios”, Santiago 4:2 (NTV). El primer requisito de la oración eficaz es pedir, ¡pedir a Dios en oración! ¡Dios no da a menos que se lo pidamos! ¿Recuerdas lo que Dios le dijo a su propio hijo? “Pídeme y te daré por herencia las naciones”, Salmo 2:8. Si el mismísimo hijo de Dios no pudo ser eximido de la regla de pedir para tener, ¿podemos nosotros esperar que semejante principio espiritual se relaje a nuestro favor? Entonces, si se puede tener todo pidiéndole a Dios y nada sin pedir, ¿por qué descuidamos tanto la oración?




Existen varias razones para una oración sin respuesta: A) El pecado no confesado: “Si no hubiera confesado el pecado de mi corazón, mi Señor no me habría escuchado, Salmo 66:18 (NTV). “Sus pecados han hecho que Dios se tape los oídos y no quiera escucharlos”, Isaías 59:2 (TLA), Job 27:9, 35:12; Proverbios 1:28; Jeremías 11:11,14; Miqueas 3:4; Zacarías 7:13. ¡Cuando hay pecado la oración no funciona! Mientras Saúl no quería arrepentirse sus oraciones no eran escuchadas: “Saúl… oró al Señor, pero el Señor no le respondió…’”, 1º Samuel 28:5-6 (PDT). B) La falta de fe. “Deben pedirle a Dios con fe… porque quien duda… no… va a recibir cosa alguna del Señor…”, Santiago 1:6-7 (PDT, NVI). C) No pedir: “No tienen… porque no… piden a Dios”, Santiago 4:2 (NTV). D) Pedir cosas equivocadas: “Piden y Dios no les contesta… porque piden mal (Santiago 4:3, NT-BAD, BDA2010) E) Pedir por motivos equivocados: “Para… gastar en sus propios placeres”, Santiago 4:3 (PDT). Ya que “el Señor juzga los motivos” (Proverbios 16:2, NVI) y escudriña “las intenciones del corazón…” (Jeremías 17:10, PDT), ¡las oraciones egoístas no reciben respuesta! “¿Estás buscando grandes cosas para ti? No lo hagas…” (Jeremías 45:5, PDT, NTV) nos exhorta Dios. Al igual que el profeta Baruc solemos ser tentados a desviar nuestra mirada de Dios y fijarla en nosotros y, cuando eso sucede, perdemos el gozo del servicio. Cuanto más consideremos los sacrificios que hicimos o hacemos por seguir y servir a Dios en lugar de ocuparnos de Su obra y Sus intereses, más frustrados nos sentiremos. No busquemos la grandeza personal, ¡la gloria de Dios es el único objetivo legítimo!




Sometamos nuestras ambiciones personales a la voluntad de Dios como nos enseñó Jesús: “Primero busquen el reino de Dios… y se les dará todo lo que necesitan”, Mateo 6:33 (PDT). ¡Quién ofrece a Dios el segundo lugar no le ofrece ningún lugar! Jesús no sugiere, sino que ordena a todo ciudadano del cielo que aún vive en la tierra que haga de Jesucristo el centro de su vida. La búsqueda permanente del creyente no son las cosas materiales sino la persona de Jesucristo, nuestro Señor y Rey. Podemos ser egocéntricos o teocráticos, por lo tanto podemos ambicionar para nosotros mismos o para Dios. No existe una tercera alternativa. Es hora de ser sinceros: ¿hablamos con Dios? ¿Acerca de qué? ¿Pedimos solo para nuestros deseos? ¿Buscamos Su aprobación en lo que ya tenemos pensado hacer? ¿Perseguimos la gloria de Dios o el beneficio personal? Recordemos que la oración eficaz es aquella que está centrada en Dios: “… La oración de los rectos alcanza su favor”, Proverbios 15:8 (Jer. 1998). “El Señor… escucha las oraciones de los justos”, Proverbios 15:29 (NVI). Cuidado, entonces, con pretender adueñarnos de Dios y ponerlo al servicio de nuestros intereses egoístas. ¡Pidamos a Dios no lo que deseamos, sino solo lo que Él quiere que tengamos; no lo que queremos hacer sino la capacidad para hacer lo que Él quiere que hagamos!




El propósito de la oración no es persuadir a un ‘Dios reticente’ para que cumpla nuestros deseos sino alinear nuestra voluntad con la suya y pedirle que se haga su voluntad en la tierra, Mateo 6:10. Dios no es nuestro sirviente ni está para satisfacer nuestros caprichos. Ya hemos dicho que: ¡oraciones egoístas y peticiones egocéntricas y autocomplacientes no reciben respuestas! “Cuando le piden a Dios no reciben… porque… piden… para… gastar en sus propios placeres”, Santiago 4:3 (PDT). ¡Nada está fuera del alcance de la oración excepto aquello que está fuera de la voluntad de Dios! “Todo lo que pidamos lo recibimos de Él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos las cosas que son agradables delante de Él”, 1ª Juan 3:22 (NBLH). “… Él nos escuchará cuando le pidamos algo que esté de acuerdo con su voluntad, 1ª Juan 5:14 (NT-BAD). Y cuando no conozcamos su voluntad para una situación específica pidámosle al Espíritu Santo que nos la revele. Pidamos conforme a su voluntad, pero también oremos para que se haga su voluntad: “… Hágase tu voluntad… en la tierra”, Lucas 11:2. Jesús buscó siempre estar en el centro de la voluntad del Padre. En el Getsemaní dijo: “… Padre… si no es posible evitar que yo beba este trago amargo, hágase tu voluntad, Mateo 26:42 (BAD). En otras palabras: “si lo que voy a pedir no es tu voluntad no me lo concedas”.



Cuidado con obsesionarnos con alguna cosa que sea puramente terrenal, ya sea una ciudadanía, una carrera, un nombre, un negocio, una pareja, un domicilio en el extranjero o un hijo. ¿Quién puede saber si realmente es lo mejor para nuestra vida o si es el tiempo en que debemos tener aquello que anhelamos? Recordemos a Moisés. Dios le dijo: “… Te envío al faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los israelitas”, Éxodo 3:10 (BDA2010). Y Moisés le contestó: “… Encomienda la misión a otro…”, Éxodo 4:13 (VIN2011). Después de tanto insistir Dios le concedió el deseo: “El Señor se enojó con Moisés y le dijo: —Está bien… de acuerdo (NTV)… Te voy a dar a alguien para que te ayude, a tu hermano Aarón…”, Éxodo 4:14 (PDT). ¡Qué insensatez! La garantía infalible de que el Dios de los cielos estaría con él supliendo todas sus necesidades no fue suficiente. Moisés se sintió seguro cuando se le prometió un compañero humano pero, ¿no fue acaso Aarón, su propio hermano, quién arrastraría a toda la nación a la idolatría? No solo eso, cuando Moisés golpeó la roca pecando contra Dios, Aarón lo apoyó en su desatino. La perseverancia es buena, pero insistir en pedir algo que Dios no quiere suele ser fatal. Ya que “no somos capaces de planear nuestro propio destino” (Jeremías 10:23, NTV), ¿no sería mejor dejar que Dios lo haga? “Nadie sabe cuál será su futuro; por eso debemos dejar que Dios dirija nuestra vida, Proverbios 20:24 (TLA). “La lección más dulce que he aprendido en la escuela de Dios es dejar que el Señor elija por mí”, Dwight Moody.




Tenemos que conocer la voluntad de Dios para que oremos de acuerdo con ella. Pero su voluntad no siempre es obvia. Pablo oró por el aguijón en la carne que limitaba su ministerio, pero Dios tenía un propósito mayor: ser glorificado mientras Pablo dependía de él en su debilidad: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad”, 2ª Corintios 12:9. Pablo oró por la salvación de los judíos y en gran medida esas oraciones quedaron sin respuesta, Romanos 9:1-3, 10:1. Incluso Jesús pidió en el Getsemaní ser librado de la cruz, pero se sometió a la voluntad del Padre, Mateo 26:39. Hay que estar muy cerca de Dios para que nuestras oraciones sean cada vez más certeras y estén de acuerdo con su voluntad. Jesús le dijo a Pedro que Satanás había exigido permiso para zarandearlo como trigo, pero que Él había orado. ¿Y cómo oró Jesús? “Yo he pedido a Dios que te ayude, para que te mantengas firme. Por un tiempo vas a dejarme solo, pero después cambiarás. Cuando eso pase, ayudarás a tus compañeros para que siempre se mantengan fieles a mí”, Lucas 22:32 (TLA). Cualquiera de nosotros hubiera orado para que Pedro no negara al Señor, pero Jesús oró para que después de que se arrepintiera, fortaleciera a sus hermanos. ¿Y cuántos cristianos después de haberle fallado a Dios a lo largo de los siglos han sido fortalecidos gracias al testimonio de restauración de Pedro?




Conclusión. Es cierto que cuanto más cerca de Dios estemos más conoceremos su voluntad; sin embargo, también es cierto que no siempre entenderemos lo que Dios hace o quiere y que solo debemos aceptar su voluntad. ¿Entendió Juan alguna vez por qué Dios liberó a Pedro de la prisión, pero permitió que su hermano Santiago fuera ejecutado, Hechos 12:1-17? Santiago podría haber sido usado con gran provecho para extender el reino, pero esa no era la voluntad de Dios. Los discípulos de Juan el Bautista probablemente nunca entendieron por qué Dios permitió que un rey borracho ejecutara a un profeta tan piadoso como Juan el Bautista. La mejor manera de orar es pedirle a Dios “hágase tu voluntad” (Mateo 6:10) y que prevalezcan tus planes y no los nuestros. De esta manera honraremos a Dios y, además estaremos haciendo lo mejor para nosotros mismos.