365: Ver para creer o creer para ver 23/02/2025 #1340
23 February 2025

365: Ver para creer o creer para ver 23/02/2025 #1340

Iglesia de la Ciudad - Mensajes

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Pastor José Luis Cinalli 

23/02/25

 Ver para creer o creer para ver




“…Si crees, verás la gloria de Dios… si crees presenciarás un maravilloso milagro de Dios”, Juan 11:40 (NTV, NT-BAD).




La incredulidad nos deja sin Dios y sin su bendición. No existe nada que deshonre tanto a Dios como la incredulidad. ¿Qué fue la única cosa que dejó a Israel fuera de la tierra prometida? ¡La incredulidad!“… No pudieron entrar por causa de su incredulidad”, Hebreos 3:19 (NVI); Salmo 106:24. Ahora bien, “la fe viene por escuchar atentamente... la palabra de Dios”, Romanos 10:17 (NT-Pesh). En otros términos, la fe comienza cuando miramos a Dios. ¿No fue precisamente esa la gran diferencia entre los que entraron a la tierra prometida y los que murieron en el desierto? Josué y Caleb dijeron: “La tierra que hemos… explorado es… muy buena… el Señor nos… la entregará… Ustedes hacen… mal en rebelarse contra el Señor y en temer a los habitantes de esa tierra. Nos los comeremos como si fueran pan, porque… con nosotros está el Señor…”, Números 14:7-9 (BLPH). Pon atención ahora al reporte del resto de los espías: “El pueblo que la habita es poderoso y sus ciudades son grandes y fortificadas… ¡No podemos atacar a esa gente! Ellos son más fuertes que nosotros… Al lado de ellos nos sentíamos como langostas…”, Números 13:28 (NTV) y 31-33 (DHH). Josué y Caleb se enfocaron en Dios, el resto en los gigantes. Si miras a Dios tus gigantes no tienen posibilidades; en cambio, si miras a los gigantes el miedo se apoderará de ti. Por supuesto, no se trata de negar las dificultades. Las crisis y los problemas son reales. Lo que debemos hacer es mirar a Dios, creer en Dios y esperar en Dios. ¡La única manera de vivir una vida victoriosa es vivir mirando a Dios!



Advierte algo más. Los que dijeron “podemos conquistar”, entraron a la tierra prometida. Los que declararon que Dios los había sacado de Egipto para hacerlos morir en el desierto (Éxodo 16:3) terminaron muertos en el desierto. La incredulidad es una cosa seria, entristece el corazón de Dios y deshonra su nombre. Y no solo eso sino que nos priva de sus bendiciones. ¿Puede alguien cuantificar las bendiciones que Nazaret se perdió por la falta de fe? “Debido a la incredulidad de ellos, Jesús no pudo hacer ningún milagro allí…”, Marcos 6:5 (NTV). La incredulidad impide que seamos bendecidos, dificulta que seamos útiles, nos priva de ser instrumentos para promover la obra de Dios y de ver los milagros poderosos que Dios es capaz de hacer a través de nosotros. En cambio, la fe atrae bendiciones, nos coloca en las manos de Dios, nos convierte en instrumentos útiles, nos hace ser partícipes de las obras del Espíritu y, por sobre todo, glorifica a Dios quien se contenta con aquellos que tienen una fe sincera. Aprende esta gran lección: ¡el poder de un creyente no radica en sus capacidades, ni siquiera en el tamaño de su fe sino en Dios! ¡No es una gran fe la que te hace un vencedor sino la fe en un gran Dios! ¿En quién está puesta tu confianza? Ninguna cosa le hace falta al que vive por fe. Dios es todo lo que necesitamos. Jesús dijo: “… No tengas miedo. Solamente debes tener fe, Marcos 5:36 (CST). La gente quiere ver para creer, pero el orden divino dice que hay que creer para ver. Josué y Caleb creyeron que Dios podía llevarlos a la tierra prometida y fueron los únicos que entraron. ¡Qué serio es este asunto! ¡El que no quiera andar con Dios por la fe, Dios no andará con Él en su incredulidad!




Nada refresca y deleita tanto el corazón de Dios como una fe audaz: “Sin fe es imposible agradar a Dios...”, Hebreos 11:6. “A Dios no le gusta que no confiemos en él. Para ser amigos de Dios hay que creer…”, Hebreos 11:6 (TLA). La única cosa que asombró a Jesús en esta tierra fue la fe de un centurión romano y de una mujer cananea: “… Nunca he visto en Israel a nadie con tanta fe”, Mateo 8:10 (PDT). “… Mujer, ¡qué fe tan grande tienes!...”, Mateo 15:28 (BNP). Bartimeo fue sanado porque tuvo fe: “Tu fe te ha sanado…”, Marcos 10:52. A la mujer con flujo de sangre Jesús le dijo: “Tu fe te ha sanado…”, Marcos 5:34 (NTV). A los ciegos que se habían acercado por sanidad, Jesús les preguntó: “¿Creen que puedo darles la vista?”, Mateo 9:28 (NTV). Solo cuando ellos dijeron: “sí”, Jesús los sanó, Mateo 9:28. Jesús no respondió a la necesidad de estas personas, respondió a su fe. Incluso las oraciones que traen bendiciones son aquellas que se hacen con fe: “… Oren por cualquier cosa, y si creen, la recibirán…”, Marcos 11:24 (NT-BAD). ¡Lo que realmente glorifica a Dios es la fe! Pero, ¿cómo se desarrolla la fe?:




1.     Pasa más tiempo con Jesús: “Cuando alguien se une al Señor, el Señor y esa persona se vuelven uno”, 1ª Corintios 6:17 (NT-BAD). Antes de venir la fe, la ley nos tenía presos… Pero ahora que… ha llegado la fe… todos ustedes son hijos de Dios…”, Gálatas 3:23-26 (DHH). Si la fe es Jesús y, si el que se une al Señor es uno con Él, cuánto más íntimos nos volvamos de Jesús más fe tendremos. A mayor intimidad, mayor fe. ¿Recuerdas el incidente en el que Jesús envió a dos de sus discípulos a buscar hospedaje en Samaria? Nadie quiso recibirlos, entonces Santiago y Juan dijeron: “Señor, permítenos orar para que caiga fuego del cielo y destruya a todos los que viven aquí, Lucas 9:54 (TLA). Querían vengarse de los desconsiderados hoteleros y de toda la ciudad. ¿Y qué hizo Jesús? “… Se dio vuelta y los regañó, Lucas 9:55 (PDT). La reprimenda fue tan grave como la que reciben nuestros hijos cuando no quieren lavarse los dientes; fue un reto tibiecito. En cambio, la amonestación que recibieron los demás discípulos el día en que no pudieron echar fuera un demonio fue muy diferente: “Jesús… dijo: “¡Partida de incrédulos! ¿Cuánto tiempo más tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos?...”, Marcos 9:19 (PDT). Destruir una ciudad entera solo por el acto descortés de unos pocos era mucho más grave que no poder ayudar a un niño. ¿Por qué entonces Jesús fue tan severo con los diez discípulos? ¡Por la falta de fe! ¡La incredulidad enoja a Dios, lo pone de ‘mal humor’! Santiago y Juan no tenían problemas con la fe. Tenían fe de sobra porque venían de un retiro espiritual en el que participaron Jesús, Elías y Moisés; la fe se les había disparado a las nubes, Lucas 9. ¡La fe comienza cuando escuchamos a Dios!




2.     Pasa menos tiempo con gente incrédula. Cuando Jesús descendió del monte de la transfiguración se encontró con una multitud alborotada. El padre de un niño endemoniado estaba inconsolable. La incapacidad de los discípulos para liberar al niño había debilitado su fe. Es evidente que una pálida luz de esperanza ardía en su corazón; de lo contrario, no se hubiese acercado a Jesús. Pero se apagó cuando se encontró con los discípulos que no pudieron ayudarlo. Jesús les dijo: “… ¡Partida de incrédulos!... ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes para que crean?”, Marcos 9:19 (PDT y NT-BAD). A los discípulos no les faltaba poder para liberar al niño (Mateo 10:1) les faltaba fe: “Ustedes no tienen la fe suficiente…”, Mateo 17:20 (NTV). La frágil fe del padre se debilitó en aquel entorno tóxico de incredulidad. Si te mueves permanentemente en un ambiente incrédulo se te hará difícil mantener la fe y mucho más conquistar tu milagro. Recuerda que la capacidad de Jesús para hacer milagros se vio reducida allí donde la incredulidad prevalecía: “No hizo… muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos”, Mateo 13:58. Entonces, ¿qué podemos hacer? ¡Cambiar de ambiente o generar nuestro propio ambiente de fe! Quizás no puedas cambiar el ambiente espiritual adverso de tu hogar, pero sí puedes encerrarte en tu dormitorio y crear tu propia atmósfera de fe orando y leyendo la Biblia. Quizás no puedas cambiar el ambiente espiritual en tu trabajo, pero puedes evitar las conversaciones mundanas y alejarte de aquellos que deshonran abiertamente a Dios. ¡Mantén una distancia de propósito con aquellos que podrían apagan tu fe!   




Conclusión. La fe viene por el oír y la fe se va por el oír. ¿Recuerdas la historia de Jairo? Su hija estaba gravemente enferma, Marcos 5:23. Mientras Jesús se dirigía a su casa para sanarla se acercaron algunos emisarios para comunicarle que su pequeña había muerto. “Pero Jesús, sin hacer caso de aquellas palabras, dijo…: “No tengas miedo. ¡Solo ten fe!””, Marcos 5:36 (BLPH). Aquí radica el principio para ver lo imposible. Si no quieres perder tu milagro deja de escuchar a los mensajeros del desaliento. ¡Ignóralos! No escuches a quienes dicen que es demasiado tarde para volver a empezar. No le des importancia a los que dicen que no llegarás a nada. La fe comienza cuando nos metemos algodón en los oídos. En lugar de escuchar a personas incrédulas escucha a Dios quien te dice: “¡Solo ten fe!”. Si Jairo hubiera escuchado a la gente se hubiera perdido el milagro de su hija. La fe crece, se sustenta y se sostiene en Dios y en sus promesas. Créele a Dios. Ten la confianza de que sus promesas se cumplirán. Vivir por fe y no por vista no es algo que ocurra naturalmente en nosotros. Quizás ese sea el motivo por el que Jesús resucitó la hija de Jairo. No fue por el bien de la niña, ya que ella estaba mejor en el cielo. Lo hizo por el bien de su padre y por el nuestro. ¡El cielo siempre responde cuando confiamos en Dios!